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Este periódico ha dejado en evidencia el lamentable estado en que se encuentra la plaza en altura, conocida como La Cepa, un proyecto que durante veinte años provocó una de las mayores polémicas urbanísticas vividas desde 1978 y que tuvo como protagonistas a cuatro ... alcaldes –Teira, Rotella, Gutiérrez Portilla y Gómez Morante– y a unos propietarios, la familia Blanco de la Sota. Aquella sonora controversia –que incluyó altercados– llegó a ser calificada como la 'Guerra de La Cepa', que acabó con una firma de la paz rubricada en 2006. Hoy, 17 años después de conseguir aquel acuerdo, solo queda decadencia.
El solar, situado en el enclave El Mortuorio, entre las calles Ansar y José María de Pereda, en la periferia del barrio La Inmobiliaria, tomó su nombre de un bar, casa de comidas y pensión, célebre en el siglo pasado por los vinos de solera y una estimable cocina. Junto al bar, derribado en los años 80, había también una joyería, Pisano. El terreno había sido comprado por los hermanos Adolfo y Enriqueta Blanco de la Sota –Constructora La Pontanilla– el primero, dueño también del celebérrimo complejo hostelero Regio, obteniendo en 1978, siendo alcalde Manuel Teira, una licencia acogida al Plan General vigente, el de 1964, también llamado 'Plan Camarero' (nombre del arquitecto que le dirigió) que le permitía construir 24 viviendas en seis plantas, bajos comerciales y subterráneo. Levantar aquel edificio 'condenaba' a los ya construidos justo detrás, en la calle Ansar, además de perder los vecinos una reclamada zona verde para su barrio.
En 1983, siendo alcalde Manuel Rotella –también constructor–, los Blanco de la Sota quisieron hacer uso de la licencia para levantar el edificio, permiso que durante cuatro años había sido obstaculizado administrativamente, ya que los vecinos habían pasado de las palabras a la acción, con presión política en la calle, para evitar que se levantara el inmueble. En aquel momento se redactaba el que sería el Plan General de 1985 –que imponía fuertes restricciones al número de alturas–. El Ayuntamiento decidió entonces que la licencia otorgada en 1978 estaba caducada e impuso su anulación. Esto dio lugar a un torrente de denuncias en los juzgados contencioso-administrativo, entonces en Burgos, que, primero, dieron la razón al constructor y después al Ayuntamiento, ya presidido por José Gutiérrez Portilla, y tras su fallecimiento, por Blanca Gómez Morante. El litigio, duro y polémico, se finiquitó 28 años después de su inicio, en 2006, mediante un acuerdo –millones de pesetas por medio a costa del erario público para los propietarios– determinando que en La Cepa sólo se podría construir una galería comercial y garajes subterráneos, y encima –a menos de tres metros de altura– una plaza a la que se accedería por una escalera. 17 años después del pacto, el abandono es total, dejando en evidencia que lo que mal empieza suele acabar peor y que remiendos nuevos estropean el paño viejo.
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Ana del Castillo
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