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Cambiar el nombre de las calles para reflejar lugares populares, como edificios emblemáticos, mercados o monumentos, es una tradición muy común. Este tipo de renombramientos suele responder a razones prácticas, históricas o culturales que refuerzan la identidad y el patrimonio. Esta práctica facilita en muchos ... casos, la orientación y da un sentido de lugar más tangible a los lugares. Sobre todo, en tiempos preindustriales o mercados tradicionales, como en la nuestra, las calles recibían nombres relacionados con las actividades comerciales que allí se realizaban.
Estos nombres no solo servían para orientar, sino también para marcar la importancia económica de esas áreas. Pero también es una costumbre popular y de sentido común porque, a veces, los nombres oficiales no se alinean con la percepción popular de los vecinos, y con el tiempo, el nombre popular puede sustituir al original. En muchos casos, aunque el mercado o edificio ya no existan, la calle y plazas mantienen su nombre para honrar esa herencia. Es una manera de conservar la historia urbana y dar continuidad a la narrativa de la ciudad.
Posiblemente, a los milenials les suene raro pero en Torrelavega, es el caso de la calle De la luz (Joaquín Hoyos, porque aquí estuvo la fábrica de electricidad Montaña), la Del teatro (Argumosa, donde estaba el Teatro Principal), plaza Roja o del Grano (Baldomero Iglesias, por el color del pavimento y sede del mercado del grano), Jardinillos o Pequeñeces (José Antonio Primo de Rivera y después José María González Trevilla, por ser el parque pequeño frente al grande, el Manuel Barquín), Paseo del Norte (Avenida de Bilbao, porque conducía a la estación del Norte), calle del Tropiezo (Pedro Alonso Revuelta, porque su estrechez provocaba encontronazos), Ancha (José Felipe Quijano, la primera vía amplia en una villa con angostas callejuelas), plazuela del Sol (Ángel Menéndez), plaza de los Chones (3 de noviembre, que en origen era la plaza de la Cerda, por el mercado de estos animales), Cuatro Caminos (Quebrantada, lugar llamado así por una victorioso encuentro con los invasores franceses), Mortuorio (Mártires-José María de Pereda de origen no muy preciso), Horno San José (Ramón y Cajal, por la industria del mismo nombre), Casa del Pueblo (primigenia sede de la UGT en la calle Julián Ceballos), la Sindical (Joaquín Hoyos, antiguamente de los sindicatos verticales), Paseo de Torres (Julio Hauzeur, que conduce a este pueblo del municipio), Katanga (barrio Covadonga, puesto este nombre por su constructor, el asturiano Ramón Obaya), La Inmobiliaria (construida mayoritariamente por la empresa Inmobiliaria Montañesa), Puente Blanco (sobre el río Besaya, pintado de este color desde tiempos inmemoriales), Escuelas del Oeste (Cervantes), Casas de los Maestros (La Llama, donde vivían los maestros) o la Traída de Aguas (Caseríos y barrio San Ramón). En efecto, no todo es lo que parece.
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