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Esopo, en su Epístola a los Pisones, relata una fábula explicando cómo los montes dieron terribles signos de estar a punto de dar a luz, ... infundiendo pánico a quienes los escuchaban. Sin embargo, después de señales tan asombrosas, los montes parieron un pequeño ratón. La fábula habla del parto de los montes, de aquellos acontecimientos que se anuncian como algo mucho más grande o importante de lo que realmente termina siendo.
Justo en el límite del periodo legal para presentar las candidaturas, mañana lunes el Partido Popular presentará una lista de 25 ciudadanos que aspiran a ocupar uno de los sillones plenarios en Torrelavega. La intriga se ha mantenido hasta el último momento, dejando en evidencia las dificultades a las que ha tenido que enfrentarse el PP para encontrar un candidato que encabezara, no ya con éxito, sino con cierta cordura, una lista electoral tras el error que significó la elección de Marta Fernández-Teijeiro, hecho dejado en evidencia en una amplia encuesta elaborada hace meses por su propio partido.
Suele ocurrir, y así ha sido, que personas vistosas –o cuando menos conocidas–, que podían volver a movilizar a los votantes conservadores en Torrelavega, no han dado el paso para ponerse al frente de los populares de esta ciudad. Se han tocado más teclas que en la sonata para piano 'Opus archimagicum' de Kaikhosru Shapurji, de cinco horas de duración. Algo parecido. Después de muchos nones, el PP optó por Miguel Ángel Vargas, un licenciado en Derecho, flamante secretario de ayuntamiento, concejal silencioso en el equipo de Fernández-Teijeiro, afiliado desde chaval a las juventudes peperas, con fama de persona equilibrada y poco dada al exhibicionismo y a las pasarelas, que ha tenido que pechar con una misión difícil y bastante áspera, para volver a sacar del ostracismo a un partido local desarbolado por decisiones anteriores no acertadas, y que deberá resistir bajo la inclemente lupa de quienes le consideran candidato por accidente.
El PP en Torrelavega precisa abandonar las improvisaciones, olvidarse de sacar conejos de la chistera, establecer equipos de gobierno internos y externos que aseguren la estabilidad en los próximos años, que cautericen heridas y que vuelvan a establecerse como un partido que en dos legislaturas, bien con mayoría, como la que logró Calderón, o en asociación, como la de Albalá en su cohabitación con Marcano, recoloquen a este partido como una opción de gobierno. Mañana se presentará una lista con la que se tratará de restañar heridas, con personas de la 'vieja guardia' –gallos con espolones– de Calderón y algunas incorporaciones nuevas. No obstante, tendrá el candidato que tener presente el refrán que advierte de que nunca es lo mismo una comida recalentada y una amistad reconciliada. Me apunto yo también a los latinajos: «Ferrum manus in caestu sericis», señor Vargas.
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Ana del Castillo
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