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La nueva Corporación de Torrelavega, relativamente remozada, tuvo su primer encuentro de la legislatura en el pleno inaugural, una sesión que algunos observadores han dado ... en denominar 'tensa', quizás debido a la sorpresa de que, por primera vez en cuatro años, la principal fuerza de oposición, la del Partido Popular, dejara en evidencia que está dispuesta a cumplir con su obligación de contrario por iniciativa propia y no subida en el remolque de quienes con muchísima menos representación –ACPT– llevaron la voz cantante en el control del Gobierno municipal durante el anterior cuatrienio. Tachar de crispación lo que no fue más que la defensa de las ideas de quienes depositaron su confianza en la lista de Miguel Ángel Vargas podría entenderse como la negación de la obligación inalienable del partido más votado, sin menoscabo de quienes también tienen derecho a coaligarse, sentando a los ganadores en la bancada de la oposición. Es necesario no olvidar que tan importante para la sociedad es contar con el acierto de un buen gobierno como con la corrección de una buena oposición, algo así como lo exhibido en la primera sesión plenaria por el novel jefe de la oposición, que destacó por el equilibrio en la argumentación, la solvencia en unos argumentos bien estudiados y la serenidad en la exposición, algo que los votantes conservadores echaban en falta desde el tiempo de Ildefonso Calderón. También sirvió el choque dialéctico para que otro novel en la dirección de su partido, el socialista José Luis Urraca, exhibiera similares virtudes dialécticas sin encono, formas que también se echaban de menos.
El PRC confirmó su sabida estrategia: perfil y largas cambiadas endilgando la defensa de sus intereses a su minoritario socio de gobierno. Torrelavega Sí, rendida a los argumentos del gobernante, y Vox y Podemos, tratando de acomodar sus posaderas en las sillas que estrenan. La labor de la oposición es determinante, tanto para el presente de la gobernabilidad de una ciudad como para asegurarse el futuro cuando dentro de cuatro años pretendan recoger los frutos en las urnas. No es una tarea baladí porque actúa como vigilante y censor, pero también, si trabaja bien, aportando el equilibrio que precisa en cualquier toma de decisiones. No debe ser el enredador que se alimente sólo con poner palos en las ruedas, ni por engreimiento creerse ser portador de la verdad absoluta. Si se aprovecha y se ejerce correctamente, será el mejor laboratorio para que cuando llegue la reválida de 2027, obtener el diploma. La calidad democrática de una sociedad no se mide sólo por acudir a las urnas en libertad sino también en la calidad de los gobernantes y de sus contrarios. El trabajo de cada uno de los opositores en la Corporación no se olvida en la memoria de los ciudadanos y queda fijado con más fuerza que la euforia gritona de una campaña.
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Ana del Castillo
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