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De qué está hecha una estrella?». La pequeña Nadia mira al cielo en las noches sin nubes de Cantabria y se pregunta qué son esos puntos luminosos proyectados sobre el fondo negro del universo. Le han hablado de estrellas y de planetas, pero quizá el ... interés se despierta porque ha visto por la tele, o le han contado, cómo una nave terrestre, equipada con alta tecnología española -hagan mofa quienes se ríen de lo que ignoran, que es la definición exacta de cateto- se ha posado en la superficie de Marte, un mundo distinto, y varias más están allí, a tanta distancia de nosotros, unas recién llegadas, la árabe y la china, mientras otras dan vueltas desde hace años. Pero la curiosidad de Nadia es innata, constante e ilimitada, no necesita estímulos externos y sorprende a veces por la naturaleza de sus inquietudes. Me llama por teléfono. «Hola, soy Nadia. Quiero que me cuentes de qué está hecha una estrella».
¿Cómo le explicas a una niña de cinco años de qué está hecha una estrella? El físico de partículas Ruiz Jimeno advierte de que en la divulgación es necesario el recurso a la metáfora. No sé si Nadia sabe algo más después de nuestra divertida conversación, pero invoqué a Heinlein, Wells, Bradbury, Clarke, Sagan, Hawking, Asimov, y a cuantos autores inyectaron en mí la adictiva droga de su desbocada imaginación, para jugar con el tiempo, viajar por el hiperespacio, escuchar los cánticos de la lejana Tierra, conocer imperios galácticos, soles desnudos, fuentes del paraíso, amantes y crueles lunas, planetas metálicos, robots positrónicos, agujeros negros y crónicas marcianas. Le conté a Nadia que las estrellas son otros soles, unos globos enormes de gas que proporcionan luz y calor. Somos hijos de estrellas -«¿yo también?». «Sí, tú también»- porque las estrellas regalan la vida.
Puedes intentar enseñarle a una niña qué es una estrella, y hasta es posible que te entienda. Nadia, por fortuna, no tiene edad para preocuparse por asuntos más mundanos y próximos. Porque, supongamos que pregunta de qué están hechos los políticos. No podría hacerle comprender los embustes repetidos y las presuntas adjudicaciones de tramos de la alta velocidad, por ejemplo, cuando el AVE en Cantabria es un tren a ninguna parte; ni la sorpresa de Europa al comprobar que España no existe como país unido o ni siquiera como país. Tampoco entendería cómo los terroristas toman las calles porque cálculos políticos atan las manos de la policía o cómo el Gobierno se enfrenta al Gobierno. Pero los niños, nuestra esperanza, miran a las estrellas. Por eso, si Nadia vuelve a preguntarme, le daré otra respuesta. «Quieres saber qué es una estrella? Mírate. Una estrella eres tú».
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