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Una de las frases más célebres de Joan Laporta fue aquella que soltó en abril de 2008 ante los peñistas culés: «¡Al loro, que no estamos tan mal!». Fue el segundo año sin títulos del Barça, el adiós de Ronaldinho y Rijkaard y la moción ... de censura que el presidente del Barcelona salvó por los pelos. Después le dio el equipo a Guardiola. Y con él llegó el mejor Barça de la historia.
Hoy haría falta volver a repetirnos aquello de «no estamos tan mal». En un momento en el que nos falta santoral para tanto mártir, con el pesimismo contaminando desde la política hasta las charlas de barra de bar, repasar los periódicos de hace justo un año es un ejercicio de mindfulness tan recomendable como el yoga.
En las Navidades de 2021 el covid lo invadía todo. La mitad de los municipios de Cantabria, incluidos Santander y Torrelavega, se quedaron sin ocio nocturno en Nochevieja; la Consejería de Sanidad pedía «reducir al máximo los contactos sociales»; y las primeras páginas de los periódicos hablaban de mil contagios diarios de Omicrón y la saturación de las Urgencias. Aunque sólo ha pasado un año, la distancia social y las burbujas en las cenas de Navidad con nuestros padres o hermanos nos suenan tan lejos como el pánico al cambio de siglo.
Hoy, insisto, tenemos que repetirnos que «no estamos tan mal». El covid aparece relegado a una columna en la página 10 del periódico, y los contagios ni se contabilizan con rigor. La economía, el daño colateral de la pandemia, ha tomado el relevo del monopolio informativo. La rebaja del IVA en los alimentos, la congelación de los alquileres y las ayudas a las familias con menos recursos son, objetivamente, medidas necesarias para mitigar el desgaste de la inflación. Otra cosa es cuestionar el momento, su impacto real, de dónde van a salir los 10.000 millones necesarios o la motivación política que hay detrás. Porque cuando el PP propuso este año estas mismas herramientas, la vicepresidenta Yolanda Díaz, que ahora las aplaude con razón, se indignó porque «beneficiaban solo a las grandes empresas».
Eso sí, una cosa son los números y otra muy distinta las realidades. Puede que el PIB de Cantabria haya crecido un 4% este año, como insistió la consejera de Economía en el Parlamento, pero la realidad es que existe un goteo continuo de cierre de empresas y a las familias cada vez les cuesta más esfuerzo pagar las facturas.
Y el anterior cheque de 200 euros aprobado en junio sólo ha llegado a la cuarta parte de los hogares que calculaba el Gobierno. Anunciaron que lo cobrarían 2,7 millones y apenas lo han hecho 600.000. Pero, oye, no estamos tan mal.
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