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Como he contado otras veces, al venirme a vivir de Madrid a Santander sabía perfectamente las ventajas y las desventajas. Entre las primeras, el mar ... y la montaña cerca, buena gastronomía, otro ritmo de vida más pausado, un ocio diferente, buena gente... en definitiva, lo que se llama calidad de vida. Y entre las desventajas, las regulares comunicaciones a otras ciudades y por supuesto, la famosa lluvia cuando toca muchos días seguidos.

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