No es normal

Domingo. Siete y media de la mañana. Ni yo sé qué hago dándole a la tecla a esta hora. Me pregunto si estaré incluido en ... el 62% de los cántabros que sufre trastorno del sueño como consecuencia del coronavirus o simplemente sea un daño colateral del teletrabajo que acaba acompañándote hasta en los días libres. ¡Qué gran amigo! Nunca te abandona. Es muy fiel el condenado. Pues no sé. Hasta ahora siempre se me han pegado bien las sábanas, pero ya no descarto nada. Quizá no sea muy normal, ¿pero acaso hay algo que lo es últimamente? ¿Es normal que hayamos pasado de los aplausos a las caceroladas en tan poco tiempo? ¿Es normal que nuestra memoria sea tan frágil y olvidemos por qué hemos estado confinados en casa? Inciso. Quizá sea necesario repasar la impactante imagen de portada del reencuentro entre una madre y su hija tras la reapertura de las residencias de ancianos, o el suplemento especial en recuerdo de los fallecidos. Sigo. ¿Es normal el espectáculo que sus señorías en general nos están ofreciendo? «Este es el momento de demostrar para qué sirve la política. Si no no servimos para nada, para nada». No lo digo yo, el entrecomillado es de un diputado que se vio obligado a abroncar a sus compañeros como si fuera el patio de un colegio.