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Como dice el fundador de Geographica, Hector García: «Las coordenadas topográficas son una de las pocas cosas en las que nos hemos puesto de acuerdo todos los seres humanos». Siempre que veo uno de esos vértices geodésicos sembrando las vastas extensiones y sirviendo de ... referencia de triangulación y mapeo a los geógrafos, me acuerdo de los chinos. En China está prohibido hacer mapas sin la autorización expresa del gobierno, pues la potestad cartográfica es exclusiva del Estado. Esta normativa, que obedece a criterios defensivos militares, podría parecer obsoleta en pleno siglo XXI, en el que, vía satélite, se puede cartografiar cualquier punto del planeta. No es así: la mayoría de los sistemas GPS emplean el geoposicionamiento WGS84 (World Geodesic System), pero China emplea el suyo propio: el GCJ02. La diferencia es minúscula, pero crucial: el sistema chino 'encripta' los valores estándar a través de un algoritmo y los modifica, alterando las distancias entre 50 y 500 metros. De este modo, navegar en China con sistemas de posicionamiento que no sean compatibles con el sistema chino GCJ02 (cualquiera empleado por una compañía occidental, incluyendo Google) no va a ser nunca preciso. Esta es una buena metáfora del tipo de herramientas que necesita la empresa occidental decidida a involucrarse en China.
La cuestión no es anecdótica en el país que inventó la brújula y en el que los puntos cardinales tienen una significación histórica crucial, sembrando las costumbres diarias de millones de personas desde hace miles de años. Para empezar, los chinos entienden que existen cinco puntos cardinales (norte, sur, este, oeste y centro=Bei, Nan, Xi, Dong y Zhong) y las brújulas chinas -ya en el siglo II cuando se inventaron- no indicaban el norte, sino el sur. Al contrario que Occidente, los chinos inventaron la brújula muchos siglos antes de emplearla como instrumento de navegación. Su principal uso era como herramienta en rituales geománticos y acontecimientos astrológicos. Los chinos concebían sus puntos cardinales de manera metafísica, como bestias mitológicas vinculadas a los cuatro elementos naturales y a las cuatro estaciones del año. Así, el Yin y el Yang taoístas, corresponden al norte y al sur, respectivamente. En parte, gracias a esta lógica, todos los edificios residenciales en China están orientados al sur desde hace miles de años y la normativa urbanística sigue manteniendo esas exigencias.
La lógica cardinal tiene, en China, una dimensión-civilización: su capital, Pekín, -con la Ciudad Prohibida en el centro de su colosal trazado hipodinámico- es una ciudad-modelo con una disposición urbanística completamente subordinada a la orientación cardinal. Su propio nombre (BeiJing) significa, precisamente, el Reino del norte (en contraposición con otra ciudad china donde también tuvo sede la capital del Imperio: NanJing, que significa el Reino del sur). Esta circunstancia se reproduce en otros países con importante herencia cultural china, como Japón, donde ToKyo y KyoTo tienen también significados cardinales.
Esta manera de ver el mundo impregna toda la geografía china. Así, HuBei (la provincia cuya capital es Wuhan), significa literalmente: 'al norte del lago'. HuNan (la provincia natal de Mao), en cambio, denomina 'el sur del lago'. Y, así, los nombres de la mayoría de las 23 provincias que componen el país hacen referencia a la posición de ríos (Henan, Hebei, Sichuan, Jiangxi, Jiangsu, Zhejiang, etc.), montañas (Shandong, Shanxi, etc), bahías (Guangdong, Guangxi) o costas (Hainan, Shanghai) con respecto a los puntos cardinales. Así, también, los letreros de todas las calles chinas -que casi siempre discurren de norte a sur o de este a oeste- incluyen la referencia a los puntos cardinales hacia las que se orientan. En el caso de calles largas, estas se dividen en tramos norte-centro-sur o este-centro-oeste. Las ciudades chinas también toman su nombre, casi siempre, de los elementos orográficos que las circundan. Muchos chinos se sorprenden, confundidos, cuando les preguntas por la montaña o el lago al que hace referencia el nombre de su provincia o su ciudad, del mismo modo en que los españoles empleamos las palabras Castilla, Burgos, Las Palmas o Cuenca, sin prestar atención al significado que contienen.
Para evitar sufrir de agnosia topográfica (la incapacidad de orientarse o de leer un mapa), en China es importante interpretar bien su escala y su leyenda. El orden espacial que tienen los chinos, donde su país es el centro del mundo, amuebla también su mente. ZhongGuo -China en chino- significa literalmente eso: Reino del centro. La omnipresencia de los puntos cardinales y la cosmología asociada a todos esos ritos geománticos -FengShui-, siguen condicionando el calendario festivo, político y comercial de la China actual. Por eso, no es ninguna metáfora decir que, para evitar perder el norte en China, hace falta una brújula y entender cual es la dirección que esta señala: el sur.
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