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Si yo le digo que en otro tiempo la «antimetabolé» se consideraba como una subespecie del «quiasmo», es muy probable que no lleguemos juntos al siguiente párrafo. Así que le pondré un ejemplo de Quintiliano, retórico romano de La Rioja: «No vivo para ... comer: como para vivir». Y otro mío: «Albert Rivera no quiso estabilizar a España cuando tenía escaños para ello, y cuando ya no los tenga querrá estabilizarla». Un quiasmo es un aspa, como el de la equis (X), que antes era en realidad la letra 'ji' griega, que sonaba como nuestra jota. Algo de esa grafía ha quedado cuando usted lee 'México' (pronuncie 'Méjico') o 'Texas' (diga 'Tejas').
El quiasmo (=hacer una letra 'ji' griega) es la figura oratoria por la que contraponemos de forma cruzada y contraria unas ideas, como hizo Quintiliano y como acabo de hacer yo con el líder de Ciudadanos. Podríamos decir también «la fuerza de mi razón es la razón de mi fuerza», y cosas de este tipo. No traigo a colación esta figura del lenguaje por capricho, sino porque se trata de una estructura que describe muy bien las perplejidades de la situación de España y de muchas de Cantabria.
Sobre el proceso político que nos ha traído a las elecciones del 10-N, se diría que Sánchez repite elecciones al ser censurado por los mismos con los que censuró. Sobre el documento Mazón-Ábalos, comparándolo con la época del ministro De la Serna, correspondería enunciar: Cantabria pasó de tener presupuestos con compromisos a tener compromisos sin presupuestos. Sobre los espigones de La Magdalena, bien podríamos lanzar: la ministra Ribera paró una obra que el Ayuntamiento quería impulsar y ahora impulsa la obra que el Ayuntamiento quiere parar.
El quiasmo, pues, queda muy cerca de la paradoja, que en sí misma parece ley fundamental de toda política, es decir, de su carácter incoherente. Un ferrocarril de alta velocidad es la obra pública más lenta que hay. He echado cuentas y puede que para cuando tenga 77 años, las famosas 'banderas de Italia' de nuestras abuelas, me sea dado viajar en ese trasto a las exposiciones del Guggenheim. La solución que se da a algunos problemas industriales es subvencionarlos para que lleguen a ser problemas más viejos. Aunque se les puede aplicar la respuesta del actor Michael Caine cuando le preguntaron qué le parecía estar envejeciendo: «Lo veo fantástico, sobre todo considerando la otra alternativa…». Este parece el fundamento de gran parte de la política industrial española. En nuestra región, además, tenemos la costumbre de ofrecer suelo industrial cuando nadie quiere invertir y de no ofrecerlo cuando los inversores están animados. Falta sincronía entre la catenaria de la burocracia y la locomotora de la dinerocracia.
Quizá algún día del calentamiento global se diga que Cantabria quiso alejarse del turismo de sol y playa justo cuando más sol y playa iba a tener. Pero los fenómenos demográficos no le irán a la zaga a los climáticos. El objetivo de la baja natalidad de los cántabros es ¿que no haya hijos bastantes para pagar sus pensiones? Ahora mismo ya las pagan también los hijos de otros españoles, pues no cubrimos las jubilaciones con las cotizaciones. Pero al final habrá que costearlas con un suplemento de impuestos generales: lo que no se quiso gastar en hijos se habrá de gastar en Hacienda. Como hubiera dicho Quintiliano explicando la Seguridad Social en la colina capitolina: «No cobro para pagar, pago para cobrar».
A la antimetabolé, palabra helénica, los romanos denominaban entre ellos 'commutatio', 'conversio' o 'permutatio', que nos han llegado casi intactas al castellano: conmutación, conversión, permutación. Esta última parece ser la más antigua rendición latina de 'antimetabolé', pues se encuentra ya en un tratado del siglo I antes de Cristo, como apunta la doctora Cecilia Medina en la tesis que leyó en la Facultad de Filología de la Complutense. Resulta entonces que la mayoría de las noticias del día son noticias de permutaciones. Que Sniace, más que complementar con su negocio energético el negocio de manufactura, complementa con manufactura su negocio energético, a juzgar por las últimas cifras comunicadas. (Sería buena nueva que saliera de esta 'permutatio' y se viniera arriba). Que cuando el ganadero quiere producir más leche y que se la paguen mejor, en realidad pide el aumento correspondiente de la demanda, lo cual quiere decir que usted debería beber más leche, tomar más yogures, y comer queso como si no hubiera un mañana. La descongelación del campo está en la nevera de la ciudad.
Ya ve usted cómo, aunque el primer párrafo era un poco intimidatorio, hemos traído el agua a nuestro molino. ¿El fútbol? Da la impresión de que la causa del éxito de los triunfantes y de la defunción de los liquidados es una y la misma: la deuda. Una norma esencial del capitalismo es que sin deuda no se va a ninguna parte. La deuda es someter el presente al futuro y el futuro al presente. Vaya, otro quiasmo. Pero el Estado copió al capitalismo (el evento está fechado por Keynes: sucedió durante la Primera Guerra Mundial) y también se lanzó a la permutación de presentes y futuros. A los cántabros nuestra autonomía nos guarda en el futuro un presente de 3.000 millones.
Y una última 'conversio' de actualidad. Que a Franco, un alzado, lo inhumasen como un caído, es cosa que se cree haber reparado ahora, en que, caído en la guerra de la memoria, es alzado en la memoria de la guerra, cuando tantos que lo habían ya dejado atrás lo han vuelto a tener delante. Y gracias, de momento, que no lo han 'alzado' los monclovitas, en su pasión por sumergirlo, a la catedral de La Almudena junto al Palacio Real. El Supremo ha puesto la mascarilla de oxígeno al cardenal Osoro, que tenía mal color púrpura ya. El dictador, que solía hacer su juicio del día en El Pardo, esperará ahora en El Pardo el Día del Juicio… por decisión judicial. Cabe dudar de la salud de un país que se puede diagnosticar tan exhaustivamente con permutaciones.
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