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Las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron han generado en nuestro país una nueva ola del coronavirus, que se está mostrando muchísimo menos agresiva que cualquiera de las anteriores, al encontrarse la población con tasas de inmunidad vacunal y por infección previa casi ... universales. Pero que plantea serios problemas para la salud de las personas con factores de riesgo y para la atención ambulatoria y hospitalaria de aquellos positivos que presenten síntomas preocupantes. Parece demostrado que esas dos subvariantes de Ómicron tienden a sortear las defensas de sus potenciales huéspedes, aunque se limitarían a asegurar su pervivencia frente a la inmunización de la persona contagiada respecto al desarrollo de afecciones neumológicas u otras. Pero una incidencia cercana a 1.000 como media territorialmente desigual acarrea suficientes casos de complicación -10.245 ingresos y 207 muertes en una semana- como para que las autoridades sanitarias concernidas sean más explícitas en la información sobre el momento y, ante todo, en las indicaciones para prevenir contagios que no deberían gripalizarse en su percepción social.
La pandemia no es todavía pasado, aunque haya motivos de inquietud global que desplazan al covid-19 a un lugar casi anecdótico del flujo informativo. Aun en el supuesto probable de que nos encontremos muy cerca del pico de esta nueva ola, estaríamos hablando de la proximidad de una meseta de una semana o más antes de que comience su lento descenso. Estaríamos hablando de todo julio en un verano ávido de vacaciones sin restricciones, de viajes y encuentros. Con 4,5 millones de desplazamientos previstos para este fin de semana. Una liberación que anhelan también, y de manera especialmente justificada, los profesionales de la salud y de los servicios sociales. Sorprende que los responsables públicos opten por el silencio, como si se tratase de no incomodar a los ciudadanos. Confiando seguramente en que todo pase para agosto. Cuando no hay certeza alguna de que BA.4 y BA.5 renuncien a reproducirse a mitad del verano si los ciudadanos nos relajamos al límite. Sobre todo si las personas con patologías previas y las de más edad se sienten conminadas a prescindir de medidas de protección para disfrutar del verano con los suyos. Mientras en un país ejemplo en vacunación se continúa la discusión sobre a quiénes seguir vacunando, cuándo y con qué.
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