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Los gobiernos y las instituciones comunitarias se están viendo apremiados a un serio examen del rumbo de sus políticas agrarias como consecuencia de la guerra en Ucrania. Según los analistas, se precisa un cambio de orientación para garantizar la oferta alimentaria. Expertos, agricultores, ecologistas, OPAS, ... las mismas instituciones comunitarias y grupos de reflexión (think tank) alertan de la necesidad de medidas a largo plazo para frenar la actual crisis de precios y de suministros que sufren los agricultores y ganaderos y de salvaguardar el abastecimiento de alimentos al consumo, asegurado, se dice, en la UE.
Se aboga esencialmente por suspender o modificar el Pacto Verde europeo y sus estrategias, encaminadas a ampliar los requisitos medioambientales. En una comunicación (18 mayo) al comisario de Agricultura, el presidente de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo y la mayoría de sus grupos políticos consideran que, para preservar la seguridad alimentaria, la Comisión Europea (CE) debería examinar posibles excepciones temporales a la PAC por la guerra, que «podrían ser una forma de contrarrestar la escasez mundial en el suministro de alimentos y contribuir a la seguridad alimentaria». El texto se refiere también a una reunión de los ministros de Agricultura del G7 (13/14 mayo), que hablaron de hacer posibles derogaciones a la PAC.
Bajo el título 'La Comisión debería revisar sus estrategias', 'De la granja a la mesa' y 'De biodiversidad', Farm Europe, un conocido think tank europeo, ha resaltado las debilidades de la nueva PAC ante la guerra en Ucrania y sus consecuencias. Otros expertos también reflexionan sobre una PAC diseñada y aprobada en un escenario de normalidad, muy diferente del que vivimos. Como la nueva situación no parece que vaya a ser coyuntural es obligado integrarla en escenarios futuros. Otro think-tank, Bruegel, pronostica que la repercusión de la guerra en la alimentación se mantendrá «uno o dos años».
Ucrania y Rusia son los principales exportadores mundiales de cereales: 26% de la cebada mundial, 34% del trigo, 17% del maíz, 24% del girasol y 73% del aceite de girasol. La guerra bloquea las exportaciones desde Ucrania. Los efectos se sienten, pues los precios de esos productos alcanzan niveles progresivamente altos.
Los consumidores comunitarios están pagando ya más por su cesta de la compra, con reflejo en la inflación ascendente. Los productores de leche y carne de la UE afrontan costes más altos para alimentar el ganado, porque las materias primas que integran los piensos escasean o se encarecen. Ganaderos y agricultores tienen que bregar con el impacto del gas ruso (40% de las importaciones de la UE) sobre los fertilizantes (UE importaba de Rusia 15% de nitrogenados y 17% de potásicos) y con los altos precios de electricidad y gasóleo.
La guerra constituye una llamada de atención a la UE. Los responsables comunitarios saben que tienen que mejorar su soberanía energética y ser menos dependientes de las importaciones rusas, pero igualmente que la UE debe garantizar su soberanía alimentaria. Para Farm Europe, ambas son pilares estratégicos fundamentales. «No debemos poner en peligro nuestros suministros de alimentos, y debemos preocuparnos de que los países vecinos y los países pobres de África no se enfrenten al hambre».
'Las propuestas de la CE sobre las estrategias', 'De la granja a la mesa' y 'De la biodiversidad' van frontalmente en contra de nuestra soberanía alimentaria y de la seguridad alimentaria mundial. Los análisis sobre ambas propuestas de estrategias, incluso el encargado por la propia CE, muestran resultados negativos: «La oferta se reduce en más de un 10-15% en cereales, oleaginosas, carne de vacuno, leche de vaca, el 15% en carne porcina y aves, y más del 5% en hortalizas y cultivos permanentes»«. Todos los análisis publicados muestran resultados semejantes. Para Farm Europe, la UE no debería mantener una política que reduzca su producción agraria cuando la globalización y la seguridad alimentaria se ven retadas. «Ha llegado el momento de que la CE revise a fondo sus propuestas», asegura.
Todos los críticos entienden que el cambio climático es una realidad que afrontar. Existen políticas alternativas que combatirían el cambio climático, y a la vez aumentarían nuestro potencial productivo. La clave es impulsar inversiones para conseguir un crecimiento sostenible de la productividad. Para FARM Europe es factible, se está demostrando que es correcto, pero debemos intensificar los esfuerzos en la UE.
Confiemos en que la Comisión no hará oídos sordos y reaccionará pronto. Sabemos por nuestro ministro de Agricultura que España, junto a Italia, Francia y Alemania, planean un calendario de cumplimiento de compromisos medioambientales PAC ajustado a la situación actual. Ha ratificado que «en España y en Europa no hay un problema de abastecimiento alimentario», pero que lo puede haber en el norte de África, Oriente Medio, América Latina o Asia. Y que la orientación verde de la PAC es políticamente correcta, pero se debe ver «cuáles son los períodos y calendarios en los que se aplica». Parece que estos gobiernos se inclinan hacia la opinión crítica con la PAC, aunque todavía no usen un lenguaje tan directo.
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