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Me refiero a Londres. Los ingleses nunca van a reconocer que están utilizando el modelo económico que tanto éxito ha tenido en la República de Irlanda (¡menuda humillación!), así que por cuestiones de imagen el gobierno de Truss ha señalado como modelo otro pequeño país ... en sus antípodas: Singapur. Pero el Singapur de Europa lo tienen mucho más cerca, a un tiro de piedra. Hace solo 10 años, Irlanda tenía una renta per cápita de 40.000$ hoy tiene 105.000$, la ha multiplicado por 2.5; el doble que la del Reino Unido o Alemania. El segundo de la lista europea es Suiza con 85.000$.
Londres representa ya la cuarta parte del PIB británico y, junto con Nueva York, son los dos mayores paraísos fiscales del mundo ¿Cuánto más puede crecer Londres? Para entender el tamaño del despropósito de cifrar la salud de la economía británica en el crecimiento 'ad infinitum' de este paraíso fiscal, no hay más que ver la calamitosa situación que hoy atraviesa todo el país.
Obviamente el nuevo gobierno inglés no ignora tamaña enormidad, así que se le ha ocurrido otra brillante idea complementaria de la anterior, aplicar el más puro neoliberalismo norteamericano: recortar impuestos a los ricos aumentando el déficit fiscal y reducir servicios públicos a los menos favorecidos para compensarlo.
Sí, que tomen como modelo un país de 5 millones de habitantes -5,7 en el caso de Singapur-, suena descabellado. ¿Qué decir de tomar como modelo un país con 350 millones que, de propina, tiene un dólar que es reserva monetaria mundial? Ni la libra es reserva monetaria desde hace más de un siglo, ni la demanda de bonos de su deuda financiera se aproxima mínimamente a la cuasi ilimitada demanda de bonos del tesoro norteamericano y sus valores en bolsa. ¿De dónde y en qué cantidad les van a llegar las inversiones extranjeras para compensar el desequilibrio? Como dice Janan Ganesh, un famoso opinador favorito de los londinenses, «Reaganismo sin el dólar no es una buena idea».
Inglaterra no tiene un mercado de 350 millones de consumidores y su PIB es la octava parte del estadounidense. Ciertamente tenía un mercado potencial de 450 millones... hasta que se produjo el 'Brexit'; así que no puede ponerse farruco ni con la Unión Europea ni con EEUU ni con China. Soñaron que los americanos les firmarían un tratado de comercio que compensaría sus pérdidas en el mercado europeo, ahora sueñan que la Commonwealth juegue ese papel, cuentos chinos para 'brexiteros'.
El amigo Ganesh afirma que no debe echarse la culpa de tales sueños a la nostalgia (españoles, franceses y portugueses tienen comparable nostalgia pero no su prepotente arrogancia). Se trata de una ilusión 'óptica': el hecho de compartir la misma lengua y cultura anglosajona hace que los políticos ingleses vean la propia política sin solución de continuidad con la norteamericana. Creer que la desregulación del mercado inglés convertirá a sus emprendedores en ejecutivos de la destrucción creativa, es no entender que la empresa innovadora (startup) americana que tiene éxito en un determinado Estado se extiende a los Estados vecinos sin apenas ninguna traba. No obstante, intentan hacer eso en Europa y, encima, sin formar parte de la Unión Europea. Nada más peligroso que un gobierno de doctrinarios convencido de que la realidad debe adaptarse a sus convicciones y no al revés.
No ayuda que, por otra parte, Londres tenga los mismos habitantes que cualquiera de las grandes capitales de EEUU, lo cual ha contribuido decisivamente a crear el espejismo. Como guinda del pastel, los ingleses han importado la política identitaria estadounidense -hablo del suprematismo blanco- sin tomar en consideración las diferentes historias raciales de uno y otro país; si dicha política está produciendo estragos en EEUU, en el Reino Unido acelerará su decadencia sin remedio.
En la mentalidad de los ingleses de a pie parece haberse entronizado la idea de que en el mundo solo cuentan dos soberanías: la estadounidense y la británica. Si el servicio de salud pública inglés es mejor que el americano (lo es y con diferencia), entonces el inglés es el mejor del mundo; si Isabel II era mejor que Trump, es señal inequívoca de que la monarquía es mejor que la república.
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