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Ahora que ya hay Gobierno de España y que el de Cantabria, de momento, se ha zarandeado pero no destruido, se presenta una nueva oportunidad para una reconsideración conjunta del proyecto Comillas, es decir, la conversión del antiguo Seminario y su entorno en un polo ... de actividad significativa tanto para su entorno comarcal como para el conjunto de Cantabria. Hay que partir de un principio de humildad y pragmatismo: los grandiosos planes iniciales no se han materializado, y lo que sí se ha realizado ha supuesto un coste económico difícil de justificar en función del resultado social y de casi cualquier otro tipo. La mitad occidental del Seminario Mayor sigue tan vetusta y ruinosa como antes del proyecto, que solo ha rehabilitado la parte oriental. Y el resto de edificios y oportunidades de la finca continúan en barbecho. Uno de los enclaves más hermosos del litoral español, pues, apenas cumple ninguna utilidad proporcionada a su potencial y valores. Ni como región turística ni como región universitaria se ha sabido dar continuidad a este proyecto ni rematar la faena.
Un hándicap claro es la posición de Comillas en el mapa de comunicaciones, relativamente lejos de la zona urbana por excelencia, Santander. Una mejor conexión de transporte público parece imprescindible, pero las dificultades orográficas y ecológicas no se pueden infravalorar: es difícil ya mejorar carreteras o tender nuevos enlaces ferroviarios. Recuérdese el desastre de la nonata variante comillana.
El Seminario se concibió para tener gente interna en un ambiente de aislamiento estudiantil con zonas verdes para la expansión en el tiempo libre. Este es un formato posible aún, pero no sin una habitabilidad del complejo. Naturalmente, la inversión para restaurar las funciones antiguas puede ser prohibitiva para un presupuesto público (aunque sobre colaboración público-privada no se ha dicho gran cosa hasta la fecha).
La otra opción es dotar de contenidos al lugar, o bien como negocios privados (siempre se valoró la posibilidad de sumar residencial, hostelería y golf) o bien como equipamientos públicos (es decir, de tipo museístico para atraer el turismo cultural y de fin de semana). Metros hay de sobra para crear superficies expositivas y muchos otros espacios auxiliares a la función cultural. Sin embargo, el carácter histórico-artístico de los inmuebles, y su deterioro al correr de los años, representan presupuestos de reforma y rehabilitación muy elevados. Si ya recibieron críticas en los años de ilusión y propaganda del proyecto, es de imaginar lo que pasaría ahora que se tiene la experiencia de que no es sencillo rentabilizar en ese punto recursos públicos tan cuantiosos.
Llevar adelante un plan de viabilidad y restauración de todo el emplazamiento no está al alcance de las solas fuerzas presupuestarias de Cantabria, una comunidad que este año pasado recortó las inversiones y que ha vuelto a recortarlas en el presupuesto de 2020. La fórmula no puede ser otra que forjar una alianza de dimensiones internacionales, sea en vertiente privada concesional o pública pura. Pero necesariamente hay que acertar con el concepto, y alguien debería estar ya pensando en ello. Comillas no fue mencionado en el documento firmado por Ábalos y Mazón en Madrid hace medio año. Esperemos que no sea síntoma de que la estrella se da por irreversiblemente estrellada.
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Ana del Castillo
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