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Recientemente el Consejo de Ministros ha aprobado la 'Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2027', que se concibe como el marco de referencia plurianual cuyos objetivos son compartidos por la totalidad de las Administraciones Públicas con competencias en materia de fomento de ... la investigación científica, técnica y de innovación. Uno de los principales objetivos de la estrategia es fomentar la inversión privada en I+D para poder duplicar la suma de inversiones pública y privada en I+D+i hasta alcanzar en 2027 el 2,12% del PIB. Este aumento se hace imprescindible tras una década de disminuciones presupuestarias y dificultades administrativas para la ciencia y la innovación en España. La experiencia con el covid-19 ha situado a la ciencia y la innovación en el centro de las soluciones, no sólo de la pandemia sino de la reconstrucción del país.
El primer paso que se ha dado el pasado mes de julio es la aprobación del 'Plan de choque para la Ciencia y la Innovación', que contempla más de 1.000 millones de euros en inversión directa en 2020 y 2021. Las medidas recogidas en este plan serán complementadas con las propuestas de reformas y programas a medio y largo plazo del 'Plan de Inversiones y Reformas para la Economía' que el Gobierno enviará a Bruselas para su financiación a través del Fondo de Recuperación Next Generation EU. Dentro de estas medidas, el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), juega un papel esencial respecto al impulso de la I+D+i empresarial y la industria de la ciencia. Está elaborando un plan dentro de esta estrategia nacional, destinado a duplicar en tres años (2021-2023) la inversión pública para financiar la I+D+i empresarial que tendrá una dotación de unos 2.156 millones de euros. Los tres vectores principales de actuación para el CDTI se centran en:
1. El fomento de la transferencia tecnológica, impulsando el establecimiento de fondos de transferencia especializados que aceleren empresas desde la prueba de concepto en centros e instituciones generadoras de conocimiento.
2. Potenciar la innovación tecnológica empresarial, apoyando la capacitación tecnológica del sector privado.
3. El fomento del capital riesgo tecnológico, coinvirtiendo en empresas tecnológicas y fomentando el «crowdfunding» científico tecnológico.
Asimismo, de entre todos los objetivos que recoge la estrategia 2021-2027, me parece importante resaltar la apuesta por la potenciación de la colaboración público-privada para permitir con ello favorecer la transferencia de conocimiento y desarrollar vínculos bidireccionales entre ciencia y empresas, a través de la comprensión mutua de necesidades y objetivos, en especial en el caso de pymes. Para ello será necesario asegurar la cooperación público-privada en las distintas etapas de la cadena de valor, desde las fases iniciales del desarrollo de las tecnologías en las que se favorecerá la aplicación del conocimiento, hasta la llegada al mercado de productos de interés para la sociedad. El desarrollo de este objetivo implica entre otras cuestiones, promover la I+D+i en el tejido empresarial e impulsar al colectivo de empresas innovadoras a generar ecosistemas con mayor capacidad y masa crítica, así como avanzar en la flexibilización de la gestión, sin menoscabo del control presupuestario y por supuesto el desarrollo de nuevos instrumentos de innovación.
A pesar de todo esto, la baja ejecución presupuestaria es una constante en la política española de I+D+i. El plan de chocontempla 508 millones de euros en el capítulo 8 (activos financieros) para 2021. Sin embargo, en el mismo eje se señala, que se crearán nuevos instrumentos financieros para paliar el problema de la baja ejecución, aunque todavía no se conoce en qué consistirán o si resultarán atractivos para las empresas por su coste financiero, por los tipos de proyectos a los que darán cobertura, por la facilidad de tramitación (tanto en la concesión como en la liquidación), etc.
Resulta evidente que estamos viviendo una profunda crisis en la que las finanzas públicas se ven tensionadas, y eso se agravará en los próximos meses. En una coyuntura como esta no se puede incurrir en el error de dejar de lado aquellas políticas que apuestan por la ciencia y la innovación, por un progreso cuyos resultados no son cortoplacistas y exigen, un período mínimo de maduración para contribuir a crear valor. Por todo ello, habrá que afrontar desafíos para que estos planes y estrategias sean una realidad y no una simple declaración de intenciones y para ello será imprescindible el trabajo conjunto de la iniciativa pública y privada en el diseño de instrumentos financieros que faciliten el incremento en la ejecución empresarial de los fondos disponibles en materia de I+D+i. Aspirar a un nivel del 2% de inversión en I+D+i sobre el PIB era el objetivo en 2010. A modo de ejemplo, Asia superará el 5% en 2027. Es por ello que no hay margen de error en la apuesta. No alcanzaremos los retos que nos plantea el futuro próximo con palabras bonitas y recursos escasos sino con planes de choque masivos bien planificados y estructurados.
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