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Tengo la extraña sensación de que entre los objetivos que nos hemos impuesto al entrar en la 'nueva normalidad', se encuentre alcanzar cuanto ... antes la 'tradicional normalidad' en cuanto a la práctica médica se refiere. Y subrayo lo de extraña porque nos encontramos ante la oportunidad única de recapacitar sobre nuestro modelo sanitario para adaptarlo a los tiempos pandémicos que corren. La capacidad de resiliencia, aunque sea un término reservado para los seres humanos, permitirá navegar con mayor eficiencia en esta época de incertidumbre infecciosa y posarse de forma definitiva para modernizar el sistema.
Bajo el paraguas de un grupo de trabajo encargado de la reconstrucción de la sanidad en el que participarían todos los actores principales, pacientes incluidos, se podría empezar a construir una versión virtual y digital de los hospitales y centros de salud. Tenemos que ser capaces de transformar la telemedicina de postureo, en una telemedicina real. ¿De verdad no somos capaces de adaptarnos como lo han hecho periódicos con sus ediciones digitales o bancos mediante a apertura de sucursales virtuales? Citemos algunos ejemplos. Deberíamos trabajar en la configuración de una historia electrónica común para todos los residentes en España, que evitara duplicidades, errores y que facilitara la movilidad segura por cualquier comunidad. Convendría establecer un canal efectivo y en tiempo real de comunicación virtual entre centros de Atención Primaria, hospitales y residencias de mayores, que minimizara los cientos de derivaciones e interconsultas que se producen cada día y que saturan las listas de espera. Podríamos definir entre todos el modo y el método para realizar una correcta anamnesis y exploración corporal virtual, sumando a la misma los datos de las constantes vitales que se almacenan en los relojes o pulseras de última generación. Además, convendría actualizar la relación con el sector de la industria farmacéutica y de dispositivos médico-quirúrgicos para que fuera mayoritariamente a distancia y favorecer los encuentros con el resto de colegas del mundo en foros y congresos digitales. Esta versión 2.0 de la sanidad se podría empezar a enseñar en las diferentes universidades mediante la inclusión de una asignatura en los grados, estableciendo de manera natural un aprendizaje progresivo.
De la misma forma que en la actualidad los que nos dedicamos a la sanidad vemos como algo prehistórico y extravagante la práctica definida por el doctor inglés Thomas Willis (1621-1675), que consistía en mojar con la punta de la lengua la orina para comprobar si estaba dulce y diagnosticar una diabetes mellitus, en el futuro podrían pensar que la imagen de decenas de pacientes esperando en una fila, es algo obsoleto y poco práctico. De nosotros depende que esta maldita pandemia, además de una tragedia, pueda ser una oportunidad.
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