El nuevo paisaje en Santander

Cada día encontramos publicaciones sobre las novedades que se dan en nuestro entorno, los nuevos Jardines de Pereda, la Duna y toda la intervención paisajística en torno al dique de Gamazo. Y cómo no, la última novedad de la reforma de los Jardines de San Roque y la Plaza de Italia.

Dentro de la necesidad constante de renovar y rehabilitar los espacios desmejorados o descuidados para hacer de ellos lugares más amables al usuario, cuya necesidad es innegable, no puedo dejar de plantearme dónde se encuentra la esencia de una ciudad que siempre se ha identificado por su naturaleza, por ser una ciudad tanto de mar como de montaña. Por su riqueza vegetal y, por qué no decirlo, su clima. Toda la relación de condicionantes que conforman la personalidad de la ciudad.

Lejos de criticar estas intervenciones, y reconociendo la utilidad de los espacios, creo necesario plantear una cuestión vital para el desarrollo futuro de la ciudad. La naturaleza nos une, proporciona bienestar y salud. Santander es una ciudad de innegable conexión con la vegetación que la define, prueba de ello es que muchas personas prefieren tumbarse en los Jardines de Mesones antes de ir a la playa del Sardinero, o de sentarse en los paseos que la acompañan.

Ello demuestra que el modelo urbanístico no está funcionando, que la 'desurbanización' puede ser la clave del cambio de la vivencia de los espacios, reclamando una vuelta a los orígenes. Que el urbanismo, así como el paisajismo, pueden suponer una innovación no sólo a través de la copia de las tendencias, sino a través de su adaptación de forma respetuosa a la esencia de la ciudad.