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La Universidad Internacional Menéndez Pelayo es un patrimonio cántabro de gran valor. Nacida al calor de la segunda República, rebautizada por el franquismo y democratizada ... en la Transición cumple noventa años y se apresta a iniciar una nueva etapa cuajada de ambición, aderezada con una buena dosis de realismo. Para Santander, y para el resto de la comunidad autónoma, es esencial recuperar una universidad singular que en los últimos años ha pasado por diferentes etapas, no todas brillantes ni satisfactorias.
Tras la deriva de la UIMP durante la dirección de la rectora María Luz Morán, el ministerio de Educación ha nombrado rector al catedrático de matemáticas Carlos Andradas. De entrada, el currículum del nuevo responsable de la institución muestra su capacidad y experiencia en la gestión universitaria. Ha sido vicerrector de investigación y en otra etapa vicerrector de política universitaria de la Universidad Complutense de Madrid. Después, fue elegido rector de la Complutense, la universidad con mayor número de profesores y alumnos de España, y desempeñó el cargo con solvencia. Este paso por puestos de responsabilidad en el gobierno de la universidad acredita al nuevo rector como un dirigente con experiencia, en el complejo mundo del gobierno universitario.
Las propuestas presentadas hasta la fecha por el doctor Andradas suenan bien, aunque habrá que esperar a comprobar cómo se traducen en hechos: en primer lugar, apertura y diálogo con el Gobierno de Cantabria, el Ayuntamiento de Santander y con las diferentes instituciones docentes y culturales de la región. Tras ello, un anuncio de primar la excelencia en el programa universitario sobre cualquier otro planteamiento. El nuevo rector ha manifestado una serie de iniciativas que indican un nuevo rumbo en esta universidad atípica, que basa su fuerza y su influencia precisamente en la singularidad.
La UIMP es, junto a la Universidad de Educación a Distancia, la única que carece de un claustro de profesores y que depende directamente del Ministerio de Educación. No tiene un cuerpo de docentes estable, sino que posee mucha mayor flexibilidad para atraer a figuras de la ciencia, las letras y el pensamiento a las aulas del Palacio de la Magdalena. Esa diferencia, respecto del resto de instituciones dedicadas a la enseñanza superior, ofrece un amplio abanico de posibilidades. El nuevo equipo rectoral apunta algunas ideas dignas de ser tenidas en cuenta. El proyecto eterno de Cantabria de prolongar la temporada de verano, al menos durante cuatro meses y que ha sido ratificado recientemente por el presidente Revilla, está en el objetivo del rector Andradas. La UIMP podría organizar, fuera de los meses centrales del verano, una serie de actividades académicas especializadas, con el eje de la excelencia sin desatender los tradicionales cursos de verano, ya que este año tiene programados cien cursos. El concepto de la formación universitaria es el de la continuidad y por ello existe un amplio campo para realizar cursos, muy especializados en determinadas materias, que atraigan a jóvenes universitarios ya egresados y que necesitan profundizar en determinadas áreas del conocimiento.
En esta nueva etapa, cuatro años por delante, la UIMP anuncia su colaboración con otras instituciones, lo que será muy positivo para la región. Un primer contacto pasa por aprovechar la inversión realizada en el antiguo seminario mayor de Comillas, de forma que el fallido «proyecto del siglo» pueda ser reconducido y, sin tan altas pretensiones, ofrezca a los cántabros rentabilidad a la obra realizada. Una UIMP abierta a la colaboración, en paralelo con la Universidad de Cantabria y con un buen entendimiento con la privada Universidad Europea a del Atlántico puede ser un excelente punto de partida para atraer a nuestra región a estudiantes españolas y extranjeros.
Cantabria tiene la obligación de aprovechar, hasta el límite, sus recursos y oportunidades. En este nuevo ciclo, la UIMP puede ser una buena herramienta para catalizar talento y atraer personas que necesitan mejorar su formación y adaptarse a las necesidades de un mundo en constante transformación. La fórmula mágica es sencilla y conocida: la colaboración honesta entre las diferentes instituciones, públicas y privadas, en pro de un objetivo común. La fuerza de nuestra región es reducida y por ello el trabajo coordinado y colaborativo es esencial. La nueva etapa de la UIMP, con una apertura al diálogo y la cooperación, se presenta como un horizonte esperanzador. En la historia de la universidad, que lleva el nombre del gran polígrafo santanderino, se han sucedido diferentes rectores y equipos de gobierno. Uno de los que dejó huella fue el de Ernest Lluch.
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