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La investigación en torno a posibles tratamientos farmacológicos para la COVID-19 no cesa, a pesar de que estamos en plena campaña de vacunación, y de que se siguen sumando nuevas vacunas a las ya aprobadas. Sin embargo, hay cosas que están más allá del ... alcance de las vacunas, como demuestra el caso, recientemente publicado, del paciente valenciano que falleció a pesar de haber recibido la segunda dosis de la vacuna. Al parecer, el hombre se habría contagiado poco tiempo después de recibir la primera dosis, y su cuerpo no consiguió desarrollar a tiempo la inmunidad.
Además, hay que tener en cuenta que la cobertura de las vacunas no es completa. Las propias farmacéuticas hablan de tasas de efectividad del 90-95% en los casos de las vacunas de Pfizer y Moderna, dato que desciende al entorno del 70% para la de AstraZeneca. Eso quiere decir que, incluso habiendo vacunado a toda la población, habrá un porcentaje de la misma que no estará protegido frente a la infección del SARS-CoV-2.
Y por si fuera poco, siempre cabe la posibilidad de que alguna de las nuevas cepas que van apareciendo del coronavirus sea resistente a las vacunas, lo que podría generar muchos problemas hasta que se consiguiera adaptar alguna de las vacunas existentes.
Por todo ello, es una muy buena noticia que el Comité de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Europea del Medicamento haya emitido una opinión científica que avala el uso de la combinación de los anticuerpos casirivimab e imdevimad, todavía en fase de ensayos clínicos, como opción de tratamiento para los pacientes con COVID-19 confirmada en forma leve a moderada, que no requieran oxígeno suplementario, y con un alto riesgo de progresar a una situación grave. Esta opinión se ha realizado en paralelo al proceso de revisión que está en marcha por parte de la Agencia, que se utiliza para acelerar la evaluación de la solicitud de comercialización de un medicamento prometedor durante una emergencia de salud pública.
Los datos iniciales de los ensayos clínicos muestran que los pacientes tratados con esta combinación de anticuerpos en investigación lograron una reducción en la carga viral, así como en la tasa de hospitalizaciones y atenciones de emergencia.
Casirivimab e imdevimab son dos anticuerpos monoclonales, para su diseño fueron evaluados miles de anticuerpos producidos por ratones modificados genéticamente para simular un sistema inmunológico humano, así como anticuerpos identificados de humanos que se han recuperado de la COVID. Se cree que su mecanismo de acción pasa por formar una unión en el dominio crítico del receptor ACE-2 de las células humanas, donde se acopla la proteína S del coronavirus. Según esta hipótesis, esto disminuye la capacidad de los virus para escapar del tratamiento, y protege frente a las variantes de la proteína S que han surgido entre las nuevas cepas del coronavirus.
Es una buena noticia, por lo tanto, que estos anticuerpos se sumen al escaso arsenal terapéutico del que disponemos, de momento, para luchar contra esta enfermedad en el caso de que las vacunas no sean suficientes.
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