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El año 2022 concluye este sábado. Es hora de rendir cuentas, de explicar, con detalle, qué fue del presupuesto del ejercicio. Cuántas de las partidas asignadas se han empleado en lo previsto y cuántas, por el contrario, quedaron en el cajón de los proyectos no ... ejecutados. El balance de gestión es la prueba fundamental para evaluar, con rigor e imparcialidad, el desempeño de un gobierno, de cualquier gobierno. Es pues, el momento de que ayuntamientos, gobiernos autonómicos, ejecutivo nacional y las diferentes instituciones que dependen de los fondos públicos informen, con claridad, de qué ha sido de los planes anunciados, de los proyectos incluidos dentro de los presupuestos.
La democracia permite que los españoles elijamos a quienes han de administrar lo público, que es de todos. La contrapartida es que los gobernantes presenten el balance de su gestión. Es una paradoja inasumible que los presupuestos para el año siguiente se anuncien con vigor y publicidad y que, por el contrario, no se informe de los niveles de cumplimientos de los mismos.
Lo correcto sería no solo informar del nivel de ejecución de los presupuestos, sino también de la capacidad de los elegidos para ejecutar sus planes, es decir, relatar la diferencia entre lo prometido en campaña electoral y el presente, cuando la legislatura toca a su fin. Debemos entender que la democracia se rige por el principio de que la soberanía reside en los españoles, en todos, y que a través de las urnas se elige a unos administradores de esa soberanía. Por ello es obligado que los gobernantes presenten el balance de gestión.
Para que la evaluación sea justa se debe partir de las metas que los propios gestores han propuesto. Las más concretas son los presupuestos que anualmente proponen ellos mismos y por ello debe exigirse que se presenten los resultados de la gestión.
El gobierno de España debe informar, con amplio aparato publicitario, del resultado de su gestión. En el caso de Cantabria cuánto han avanzado los proyectos que nos afectan a escala nacional: ferrocarril, autovías, seguridad, etc. A la espera del informe oficial se puede adelantar, sin el rigor preciso de las cifras oficiales, que los avances han sido mínimos: la construcción del AVE Palencia-Reinosa apenas si se ha iniciado, el desdoblamiento de la autovía Laredo-Bilbao tampoco, del tren Santander-Bilbao nada de nada y las obras iniciadas por el anterior gobierno en el nudo de autovías de Torrelavega avanza muy lentamente, el plazo previsto se ha incumplido y no parece que entren en servicio antes del verano del año 2023. Y eso por no hablar de la paralización de la construcción del saneamiento de las marismas de Santoña o de la demolición del espigón de la playa de la Magdalena.
En el ámbito regional se ha avanzado más sobre el papel que sobre el terreno. El puerto seco de La Pasiega prosigue su lento trámite administrativo, el eterno problema de las sentencias de derribo de viviendas permanece sin resolver, se han esfumado las minas de zinc de Torrelavega, se cerró definitivamente Sniace y los terrenos industriales permanecen ociosos. La protonterapia de Valdecilla perdió la exclusividad y su desarrollo se alarga en el tiempo... En lo referente a la educación Cantabria vive la paradoja de que cae el número de alumnos, a causa del declive de la natalidad, mientras aumenta el número de profesores y aun así se denuncian carencias.
Descender a lo acaecido en los ayuntamientos presenta un panorama similar. Santander no ha logrado aprobar el presupuesto del año que hoy termina y no parece que el presentado para 2023 se apruebe con facilidad. Los planes de desarrollo urbanístico de municipios importantes eternizan los tramites y se mantienen sin aprobar. Un ejemplo paradigmático es el ayuntamiento de Suances que lleva lustros en tramitación.
El año 2023, a punto de iniciarse, es el que marca el término de la legislatura. Buen momento para hacer balance de lo sucedido, a las puertas de las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Se debería exigir a las diferentes administraciones y organismos públicos que presenten una memoria con su gestión de manera inteligible para un cántabro medio. Algo tan sencillo como contar que partidas se han ejecutado y en qué porcentaje, que otras no fueron posible desarrollar y mostrar a que se ha destinado el dinero previsto y no gastado.
La democracia no se limita a votar cada cuatro años. El desempeño de los órganos de gobierno debe mostrarse de manera abierta e inteligible. El lenguaje excesivamente técnico o la ocultación de detalles significativos es una manera de impedir que los españoles en general, y los cántabros en particular, podamos saber si se alcanzaron los objetivos marcados por los propios gobernantes.
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