El oficio de amar, el amor al oficio

Amor y oficio. O mejor, el oficio del amor, que requiere paciencia y delicadeza, también firmeza y, probablemente, un juego cómplice con gotas de ficción ... y realidad. Lo de Javier Bardem y Penélope Cruz tiene sus antecedentes, claro. Parejas unidas por el Óscar de forma azarosa, algunas en un trío de deseos dentro y fuera de la pantalla, y otras que aspiraron a la estatuilla, cada una con su película, cuando ya existían daños colaterales a este lado de la pantalla. Ahí están la Vivien Leigh de 'Lo que el viento se llevó' y Laurence Olivier, por 'Cumbres borrascosas', compitiendo a ser reyes de la escena; o el caso más paradigmático de actuación convulsa, Elizabeth Taylor y Richard Burton, ambos por '¿Quién teme a Virginia Woolf?, como vasos comunicantes de apropiación de emociones y de poder expresivo. No podían faltar en un catálogo modelo esa simbiosis deslumbrante de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, o Paul Newman y Joanne Woodward, aunque fuera de los destellos hubiese también sus truenos. La pareja española sabe de sobra desenvolverse en el ecosistema de premios y en un equilibrio entre un nuevo Hollywood y Europa, entre la raída alfombra roja de Los Angeles y la Copa Volpi veneciana. Fuera de este jubiloso paisaje de relaciones, vinculado a la mitomanía perenne adherida a lo cinematográfico, las candidaturas de esta edición revelan en conjunto otro emparejamiento casi contra natura en la tradición de la Academia: la presencia de títulos de 'festival' enfrentados a cintas del sistema; las nacidas desde plataformas online con las de las de salas, o el mayor peso adquirido por producciones extranjeras. Más que seguir aumentando la lista de candidatas a mejor película -ya son diez- en un intento de contentar a la diversidad más peregrina, lo que a uno le pide el ojo sería crear un apartado de títulos que, lejos de etiquetas, llevasen inherente su amor al cine: 'El poder del perro', de Jane Campion; 'Drive My Car', de Ryûsuke Hamaguchi; 'El callejón de las almas perdidas', de Guillermo del Toro y 'Belfast' de Kenneth Brannagh son esta vez las mejores parejas de baile posible.