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La propiedad privada y la libertad del individuo son las dos caras de la moneda de la prosperidad. No se entienden la una sin la otra. Los experimentos comunistas de abolición del dominio sobre bienes y servicios llevaron a edificantes experiencias como el estalinismo ... soviético, que tuvo su precedente en el leninismo, primer régimen en instaurar campos de concentración y exterminio para los disidentes. A día de hoy, Corea del Norte, ese paraíso sobre la Tierra, recibe millones de peticiones de entrada de comunistas y no comunistas que están en lista de espera para habitar en el Edén. La realidad política aún les da cancha en España, que no toma el ejemplo de países como Alemania y varios ex satélites de la Unión Soviética donde el Partido Comunista está prohibido.
A más. El ministro de Consumo, el señor Garzón, el que se autoproclama en público comunista y castrista. El que será conocido por tirar por tierra al turismo de nuestro país. El que un día promete a Constitución y a reglón seguido falta al respeto al Jefe del Estado.
La última ocurrencia del podemismo-comunismo falaz y pernicioso es el asunto de la ocupación de viviendas y locales, públicos y privados. Vaya por delante que soy partidaria de arbitrar soluciones para que nadie se vea en la penosa situación de no tener un techo bajo el que cobijarse. Nadie. Ni uno solo de los hombres de bien que habitan en España. Dicho ésto. ¿Será que los milenios de historia con que cuenta la institución de la propiedad privada han sido un gigantesco error? ¡Ah! Si es así, cuando los señores de Galapagar firmaron la escritura de compraventa de su mansión incurrieron en grandiosa aporía.
Que los árboles no nos impidan ver el bosque. Permitir la ocupación de residencias o locales de negocio no es sino un golpe de ariete más en el asedio del comunismo podemitarra a la fortaleza de nuestra civilización occidental. Si cae la propiedad privada tal y como la entendemos, caerán otros derechos y libertades constitucionales como las fichas de un dominó.
La Corona ya está siendo sometida a acoso y derribo. Estamos ante la empresa de demolición del régimen que mayor estabilidad y prosperidad ha traído a España en los últimos tiempos. Pero examinemos someramente la cuestión. Si la segunda vivienda adquirida con esfuerzo, por ejemplo, es retirada del dominio de quien se la ganó, el mensaje que se lanza es: «No trabajes, tendrás igualmente casa, comida y todo lo necesario para tu sustento».
El esfuerzo, la meritocracia, el hacer de la necesidad virtud, son lo que ha hecho del ser humano lo que es a día de hoy. La Historia de Occidente, siguiendo a nuestro Antonio Escohotado, avanza hacia la no violencia, en parte, gracias al sistema capitalista. El propio Escohotado, en célebre conversación con Pablo Iglesias que puede revisitarse en youtube, espeta al actual vicepresidente del Gobierno: «Pero Hitler es el primero que dice que no hay propiedad y que lo primero es establecer la raza, pero después hay que acabar con la propiedad. Hitler es socialista, ¿o no lo reconoces?». A fin de cuentas, los totalitarismos terminan dándose la mano. Se empezará por las segundas viviendas y los locales vacíos, y se terminará quemando en una pira protocolos notariales y escrituras. Tras el imperio de la Ley, la ley del más fuerte, del okupa que se hace fuerte en tu casa mientras tú y tu familia tenéis que mendigar un techo a familiares o amigos. La propiedad privada es, entre otras cosas, un instrumento de ordenación. La tarta se divide en porciones con un cuchillo. La propiedad marca el límite hasta el que puedo ejercer mis derechos. Como siempre, el uso del cuchillo puede dar lugar a abusos e injusticias. Por ello el artículo 33.2 de nuestra Constitución afirma que la función social del derecho a la propiedad privada delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. En esta línea de la doctrina de la función social del dominio, hay que seguir avanzando en políticas de viviendas de protección oficial y de dotación de soluciones inmediatas a quienes se vean lanzados a la calle por no poder pagar un alquiler.
Esa tenencia ilegítima e ilegal de un bien en contra de la voluntad del propietario o del poseedor del título o derecho, está derivando en un problema de convivencia vecinal y en un problema de seguridad, tanto para las personas como para las comunidades de propietarios. Los propietarios y los vecinos se enfrentan a verdaderas mafias de la usurpación que, a menudo, alquila ilegalmente las viviendas okupadas o las convierten en focos de delincuencia que generan inseguridad en todo el vecindario. Quieren romper la convivencia pacífica que tanto nos ha costado construir. Meruelo, Santoña, Santander, Castro, Polanco…, son ejemplo de ello. Lugares donde los vecinos cansados e indignados se han organizado para hacer frente a esta injustica, para luchar desde lo privado lo que tiene que atajarse desde lo público. El Partido Popular tiene un plan, un plan antiokupación para atajar este importante problema, enfocándolo no sólo a la ocupación ilegal, sino también en la convivencia vecinal pacífica y respetuosa en aras de la seguridad de las personas y las cosas. Para que la lucha se reduzca a la palestra parlamentaria es preciso no apaciguar a la bestia comunista, sino derrotarla por cauces legales y pacíficos. Con firmeza y determinación. No a la okupación.
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