Aquellos felices años

Casi nos habíamos olvidado, también, del padre de aquel mal bautizado 'milagro económico de Aznar' que se precipitó por el desagüe del descrédito. Primera temporada de una serie negra que precedió a la alegórica multiplicación de las ranas de Esperanza Aguirre y que concluyó con un episodio de amnesia mítico: 'ese señor del que usted me habla'.

Pues bien, uno de los actores principales de la primera parte de la serie fue Rodrigo Rato que hace unos días pasó por Cantabria para presentar un libro de memorias que, a juzgar por lo que nos adelantó, es un ejercicio narrativo de ciencia ficción. El que fuera ministro de Economía y director del Fondo Monetario Internacional dice que le dieron una tarjeta de crédito en Caja Madrid 'OK con Hacienda' –textual– y se gastó cien mil euros con candorosa ingenuidad en alcohol, clubes, discotecas y arte. «Podía haber desconfiado pero no lo hice», justifica, porque nadie le comentó «que eso había que mirarlo porque no estaba bien hecho». Como si fuese uno de nosotros, un ciudadano del común estafado con preferentes e hipotecas basuras.

Casualmente el otro día Arabia Saudí se convirtió en el mayor accionista de Telefónica, que fue una de las 52 empresas públicas cuya privatización remató Rato. Pero él vino a Santander a hablar de su libro y nos contó que la cárcel fue «un alivio» por el «reconfortante compañerismo» que encontró en prisión. Qué extraño, porque a mitad de condena pidió irse a dormir a casa.