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Los días de agosto ya no son un plácido recreo estival. Están sucediéndose demasiados acontecimientos para este tradicional paréntesis que lo entroniza, contra su costumbre, como ruidoso y alterado. Las semanas anteriores se lanzaba el dardo envenenado de la 'financiación singular' –qué bien fabrican bautismos ... neológicos en Moncloa– y a Cantabria le pilló sin los deberes hechos, puesto que no han calculado lo que deberíamos ganar, solo lo que hipotéticamente podríamos perder. Aunque todavía no se sepa cómo se sustanciará el reparto. Después nos han entretenido con la nueva temporada de la serie 'posprocess' que va perdiendo interés por más giros de guion que busquen el sobresalto.
Agosto incumple el canon estival de sed de noticias aunque ha resucitado una de las típicas serpientes de verano: el gobierno cántabro insistirá en derogar la Ley de Memoria Histórica, éxito seguro en cualquier verbena política.
Pero no se entiende bien el verbo utilizado: ¿a quién o dónde insistir cuando el Parlamento ya aprobó hacerlo un año? La cuestión es saber a qué están esperando.
Entre playa y romerías casi pasa inadvertido el decreto de simplificación administrativa que ha detectado algunos trámites obsoletos pero ningún cargo fácilmente prescindible, por lo que quizá peque de amable. «Vivimos en un país en el que el viento de la burocracia asola a la sociedad y que justifica la existencia de cargos absolutamente inútiles», dijo el actor Emilio Gutiérrez Caba, de gira en Santander.
En paralelo hemos sabido que en Silió reivindican una carretera para unir tres pueblos que, al parecer, ya se planteó hacer en el Boletín Oficial del Estado de 1868 y que todavía están esperando. Dos siglos después quizá aquí también sea preciso aplicar alguna cirugía de simplificación administrativa.
Este verano está siendo pródigo en truchas –por fin un colectivo contento, aunque sea el de pescadores de río– picaduras de pez escorpión y medusas.
Además, agosto calienta a la hostelería con la impunidad del botellón. En Santander la policía no puso ninguna multa en fiestas por beber en la calle. Igual ha hecho la vista gorda, como los mossos con Puigdemont.
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