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Antes de bendecir el nuevo curso político con la tradicional liturgia de la Bien Aparecida, la presidenta Buruaga ha reconocido la insuficiente gestión de un gobierno débil que ha defraudado las expectativas metiéndose goles en propia meta con polémicas que se provoca a sí mismo.
Lo ha escenificado con otra liturgia -análoga al plasma de Rajoy- en una comparecencia sin preguntas, extravagante e insólita dado el empaque de la convocatoria. Tal vez tengamos que celebrar que, al menos, no se ha ofrecido enlatada como en otras ocasiones. Aunque no conviene naturalizar la costumbre de reducir la comunicación a propaganda, algo que sucede cuando un cargo público -tal vez por temor o inseguridad- se niega a responder a las preguntas de los periodistas.
Buruaga acentúa el perfil personalista de un ejecutivo que concentra más competencias en sí misma. Su gabinete asumirá -además de una portavocía que no utiliza- una nueva 'Unidad aceleradora de proyectos estratégicos', de rimbombante bautismo, que evidencia la falta de confianza en el titular de Industria a quien habría de corresponder la cuestión.
La crisis se produce en el contexto de la negociación de los presupuestos generales de Cantabria y posiblemente aspira a hacer un guiño al PRC -aliado preferente- ofreciendo la cabeza del polémico consejero Palencia que ha alimentado la hoguera de los reproches desde múltiples atalayas. Cesa también la consejera de Turismo y Cultura, Eva Guillermina Fernández. Una persona con quien no se logró forjar una relación de confianza, protagonista de sonoros desencuentros y declaraciones fuera de lugar. Como acusar a un periodista de adulterar una información desde la tribuna del Parlamento, amén de otros atropellos que se vio forzada a rectificar.
Buruaga acierta con los ceses. Quizá no tanto con los recambios. Luis Martínez y María Jesús Susinos llegan con aval de la buena sintonía personal con la presidenta y con la acusada debilidad de no tener ni experiencia ni prestigio en sus áreas de gestión. Una crisis imperfecta disimulada bajo el paraguas de un presunto impulso gubernamental que se limita a añadir algunos apellidos a las ya de por si largas denominaciones de las Consejerías. Fomento incluye 'vivienda' como eje sustancial de la futura política pública. Al menos, en eso se ha escuchado a la calle porque la política de confrontación nacional y la retórica de reproches y recursos contra la amnistía o la fiscalidad no son las cuestiones que más preocupan a los ciudadanos. Resulta esperanzador que, al parecer, se haya abierto una grieta por donde entra la luz. Desafortunadamente sigue a oscuras la derrotada sanidad pública. Ni una sola referencia. Sobre ella, cae un inquietante velo de sombra.
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