Secciones
Servicios
Destacamos
Las vísperas del otoño traen a Santander un festival de rock con canciones racistas y homófobas que animan a recibir a los inmigrantes con metralletas y que aplauden la Guerra Civil española que iniciaron los golpistas. Un complemento perfecto a la reciente anunciación de la ... derogación de la Ley de Memoria Histórica. Nuestras autoridades consideran que estos grupos son libres de propagar sus discursos de odio. También se sintió libre el alcalde que subió al escenario en la verbena de San Bartolo para ladrar al micrófono una canción que exalta la pederastia.
Cabe cuestionar cómo se puede apelar a la libertad de expresión para justificar estos discursos, como patente de corso para insultar o incitar al odio y a la violencia. Popper argumentó que tener una sociedad tolerante exige no tolerar la intolerancia. De lo contrario, quienes vocean odio en escenarios o púlpitos políticos acabarán por tapar la boca a los tolerantes. Es decir, a los que no piensan, no aman o no tienen el mismo color que ellos. Las autoridades son condescendientes con las canciones fascistas y los símbolos franquistas, pero profundamente intransigentes con la memoria histórica. Porque su empatía con las víctimas depende de quién disparó las balas. En esta contradictoria retórica que predican, algunas víctimas son héroes y otras siguen siendo villanas. A las de segunda categoría –torturadas, humilladas o asesinadas por la dictadura– se las receta resignación: silencio y olvido. No tienen derecho a reivindicarse, ni a la justicia, ni a la reparación de sus nombres y de su dignidad.
Pero censurar la ley de Memoria Histórica no servirá de nada. Quienes asesinaron a Lorca no imaginaban que aquellas balas, lejos de callar su voz, la hicieron vivir para siempre en nosotros. El relato de lo que sucedió incomoda profundamente a los verdugos y a sus herederos que enarbolan la amnistía –¡cómo la aplauden cuando les conviene!– para que no les salpique un pasado oscuro.
Dice el periódico que la reforma del Banco Santander ha destruido todo el interior del edificio. Que solo han dejado las alfombras. Colosal metáfora. A ver quién se arriesga a levantarlas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.