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El cambio de Gobierno ha traído a Cantabria una nueva lectura del concepto libertad reformulado ya, a la madrileña, en aquellas revueltas 'cayetanas' covid como ... el derecho a tomar cañas por encima de la salud. Después de esta consigna, que se enunció con éxito en clave notoriamente más populista que filosófica, nos llegan nuevos aires de libertad: que cada persona tenga derecho a elegir médico y hospital, que cada familia decida en qué centro estudia gratis su hijo el bachillerato aunque no esté concertado, que cada ciudadano dependiente –seguramente la más indiscutible de todas– escoja la residencia en la que quiere vivir, y que cada ayuntamiento decida en qué suelo rústico se puede construir. Quizá la aspiración es que el libre albedrío en determinadas cuestiones urbanísticas sofoque los complicados efectos de las normativas sorteadas a capricho en algunos ayuntamientos y que arrastran efectos nocivos desde hace ya veinte años con el drama de las quinientas viviendas con sentencias de demolición.
En una sociedad, en la vida en común, la libertad no reside en la ausencia de normas, que son precisamente las encargadas de conciliar una garantía colectiva. Pero para tener la libertad de poder elegir debemos tener las mismas oportunidades. Sin igualdad, el determinismo social y económico limita la libre elección. Detrás de muchas fronteras está la libertad de aspirar a una vida mejor y gracias a ello Cantabria, pese a nuestra insuficiente natalidad, crece en población por las 4.000 personas que han venido de otros países en el último año.
La despoblación rural es una de nuestras debilidades porque ahora elegimos ser más urbanos. Para aliviar la situación nuestras autoridades proponen emplear 50.000 euros para fomentar la tauromaquia en los pueblos, donde los toros tienen un destino más útil que es preñar vacas y podría parecer un desperdicio el circo taurino de matar un posible semental. Sobre todo porque, más allá de la anécdota y la fiesta, a los ganaderos les van indemnizar con 25 euros por cada vaca enferma del nuevo mal hemorrágico que no cubren los costes del tratamiento. A ver si les echan un capote.
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