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Mientras el alcalde de Cartes compite con el de Vigo por ver quién tiene el árbol de Navidad más largo, profesores y políticos hacen lo ... propio con sus aspiraciones salariales. Los primeros reclaman un 30% más de sueldo. Nuestros políticos, más prudentes, han aprobado subirse el suyo un 20%, mil euros al mes. Un espejismo que duró cinco horas. Hasta que Revilla –quien rubricó un precipitado acuerdo de Presupuestos a ciegas sin ver el texto completo– amenazó con romper el pacto que dejaba en ridículo su anticipada bendición. Buruaga reculó y renunció al aumento del sueldo. Episodio extrañamente idéntico al bachillerato privado gratis, promesa electoral del PP que aprobó en el Parlamento y que desestimó al día siguiente.
Ante las circunstancias ya no sabemos cómo funciona el rescate. Si Buruaga es el flotador de Revilla tras la tormenta electoral, o si Revilla es el salvavidas de Buruaga ante la inseguridad del gobierno en minoría y el acoso de Vox, que lidera la oposición.
De momento, parece que el regionalista –'cum laude' en astucia política– manda e influye más de lo que parece en el nuevo Gobierno. Frustra la subida de salarios, corrige la reforma fiscal e impone condiciones al Presupuesto de una presidenta que se desdice con recurrente facilidad: ya no hay nada que auditar ni investigar. Va a resultar que la categórica derrota en las urnas del regionalismo no precipitará tan rápido el funeral de nuestro singular peronismo purriego, como pronosticaron algunos apocalípticos.
Pero hemos pasado de hablar de 'rebaja fiscal' a 'subida de sueldo' y aunque al final no suceda, la intención es un estigma difícil de borrar ante los ciudadanos. Ahora los populares pasarán el apuro de corregir la frustrada operación salarial enmendando su propio presupuesto en el Parlamento donde, por cierto, sus señorías se suben el sueldo un 16%. Tanto melodrama de Revilla y Zuloaga afeando la subida de Buruaga y al final son ellos los que salen ganando.
En la cuesta de enero alguien gritará que el pueblo tiene hambre. Y habrá que pedirle a Ayuso la receta de los pasteles patrióticos para darles de comer.
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