Medalla social

Ni siquiera la arrogancia anarcocapitalista de Milei alcanza a proponer una ecuación tan esperpéntica. Sobre todo porque el año pasado los pisos sociales ya subieron más de un 20 por ciento, y no se han visto efectos de euforia entre las promotoras. Para tratar de convencernos, el consejero de Fomento plantea un falso dilema: «¿Más viviendas pero más caras o menos pisos pero más baratos?» Como si solo pudiesen formularse esas dos opciones. En cualquier caso, después de elegir la primera vía –más es más– se ha colocado una medalla: la del gobierno «más social de la historia». El exceso de épica del calificativo le retrata por sí mismo.

La segunda medida que han tomado es que quienes alquilen un piso de hasta 700 euros pueden tener derecho a una ayuda. Lo más difícil será encontrar viviendas por este precio, al menos en Santander, pero desde luego es mucho más realista que el límite anterior de 500 euros que debía de haberse actualizado hace tiempo. Las iniciativas son tímidas para solucionar el problema de la vivienda. La de encarecer los pisos protegidos resulta bastante chocante. Hemos visto subvencionar corridas de toros para frenar la despoblación, intentar gastar más de cuatro millones de euros para hacer un aparcamiento en el Racing que ya existe o pagar el billete de avión a los emigrantes cántabros para que vengan de vacaciones a la tierruca. Lo que no habíamos visto nunca es que tengamos que aplaudir que un piso de protección oficial en Santander vaya a costar 35.500 euros más que hace dos años.