Mediadores y patriotas

Pero extrañamente la operación no le ha parecido bien a los populares, que entre el patriotismo y el libre mercado parecen inclinarse por el segundo. Al parecer, los remilgos hacia lo extranjero son más intensos cuando se trata de personas que cuando se trata de dinero foráneo, que siempre se recibe sin prejuicios de origen. Pero, al fin y al cabo, a estos mismos tampoco todas las amnistías les parecen reprobables. Véase la fiscal por ejemplo, que permitió a los ricos regularizar sus fondos opacos de paraísos fiscales sin ningún gravamen. Fue como abrir una puerta del perdón de Hacienda infinitamente más indulgente que la de nuestro Año Santo Lebaniego.

Pese a que, en estas vísperas, el Papa se ha avenido a bendecir –que en términos laicos viene a ser un indulto– las uniones civiles entre parejas del mismo sexo, aunque también ha apostillado que ser homosexual no es un delito, pero si un pecado. Como ocurre en democracia, donde conviene distinguir lo legal de lo ético. En medio de esta circunstancia el nuevo obispo de Santander ha llegado con la solución para nuestra comunidad: «Si todos hiciéramos un poquito por hacer más felices al de al lado, Cantabria cambiaría en 24 horas». Lo malo es que eso suelen hacer los que gobiernan: tomárselo al pie de la letra y hacer más felices a los suyos, que son los que tienen más cerca.