A refugio

Tras esta decisión -prácticamente la primera declaración de intenciones del nuevo gobierno- subyace un rechazo a los migrantes, como los ucranianos refugiados en Cantabria abrazados por los políticos con exagerada efusión hasta que los telediarios dejaron de excitar nuestra compasión y solidaridad en las sobremesas. Hemos pasado de fletar autobuses para ir a buscarlos, a pedir con el aplauso del PRC que los alejen de nosotros.

Cabe preguntarse para qué el PP de Cantabria se ha tomado la molestia de gobernar sin Vox, si a la primera de cambio ya les está imitando.

Los discursos de rechazo al extranjero han pasado de la barra de bar a la primera línea política normalizando la xenofobia e intoxicando a la sociedad con la abyecta equiparación de extranjería y delincuencia.

Más grave es que se haga desde nuestras propias instituciones democráticas. El naufragio moral de una sociedad individualista y consumista empieza cuando nos tomamos a la ligera la instalación de concertinas en las vallas del Puerto de Santander como aplaudido antídoto contra personas migrantes. O cuando el Gobierno intentó dejar de vender armas a Arabia Saudí porque las utilizaba contra la población civil en Yemen. Los jeques amenazaron con liquidar los contratos de sus barcos con el astillero de Cádiz y el entonces alcalde podemita se vendió por un plato de lentejas. El Gobierno socialista reculó argumentando que las armas eran inteligentes y que solo mataban a los malos.

Ahora cambian un centro de refugiados por un centro para personas mayores. A ver si sus futuros inquilinos tienen más suerte que quienes habitaban la residencia Marcano. Hoy es un centro privado con vistas al mar que promociona estancias de verano para que las familias disfruten las vacaciones sin llevarse a los abuelos.