Romerías políticas

En las propias filas populares hay recelos hacia la estrategia de bajar impuestos. De hecho, el alcalde de Camargo ha hecho todo lo contrario: subirlos, no sea que el entusiasmado júbilo del Gobierno se enfríe con las primeras estadísticas del otoño. Pero entre pitos y tambores las romerías no parecen el escenario más adecuado para informar a los ciudadanos con tanta ligereza, sin explicar la relación entre todas las variables y circunstancias. También nos deben una explicación las autoridades de Santander que van a gastar más de cuatro millones en construir un aparcamiento que ya está hecho: el del Racing. Hasta ahora habíamos padecido algunos fenómenos paranormalmente esperpénticos como los aeropuertos sin aviones, los hospitales sin médicos ni pacientes o los aparcamientos sin coches.

Pero esta nueva operación es la sublimación absoluta de la retórica urbanística local porque además vamos a pagar por empeorarlo, ya que habrá treinta plazas menos. La operación incluye la instalación de un inquietante control de acceso al parking que no presagia nada gratis, máxime cuando no han sido capaces de desmentir con rotundidad que pasará a ser de pago. La maniobra es perfecta. Perfectamente inútil. Aunque con exceso de frecuencia tal condición no resulte un obstáculo para perpetrar cualquier ocurrencia.