Síndrome de aleatoriedad

Ahora también está de moda repartir bonos descuento para consumo cultural, compras en comercios locales y muebles, la última novedad. Aquí se utiliza la modalidad de dárselo al primero que llega. El más rápido y habilidoso para enterarse y para conectarse a la subasta digital.

En el caso de los muebles se han repartido 333 bonos de 300 euros, pero se desconoce si entre los beneficiarios hay alguien a quién le haga falta de verdad. Ya intuimos que el cheque es para beneficiar al negocio de la venta, pero regalar vales de dinero público sin filtro a quien quizá no lo necesita es una política de subvención cuestionable que quizá debería poner límites al reparto aleatorio.

Otros aparatos que ya no se van a repartir son las pantallas digitales para colegios que hemos comprado con el dinero de un programa europeo. Ahora que han llegado, y tras años de revindicar las nuevas tecnologías para la educación, dicen que son nocivas para los niños. Aunque no van a descolgar ninguna de las que ya funcionan en las aulas y que hasta ayer se aplaudían con pedagógica convicción. Convertidas en excedente, se van a regalar a los colegios concertados, donde al parecer los niños deben de ser menos vulnerables que los de colegio público.

Igual hasta tenemos que celebrar que no se queden almacenadas en un trastero, como los ecógrafos para los centros de salud, o como aquel ascensor de un colegio de Castañeda que estuvo diez años embalado en un rincón sin que nadie le echase en falta al subir las escaleras.