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Cuando algunos daban por amortizado a Revilla resulta que se ha reivindicado como el talismán televisivo de la temporada. El líder regionalista ha resucitado la épica de Corocotta plantando cara a las tropas de Broncano en esta guerra televisiva de septiembre. Revilla, héroe solitario, se ... ha prestado de cordón sanitario para resistir el envite de 'La Revuelta' y empujar al cielo de las audiencias a Pablo Motos, que perdía liderazgo. Si el discurso del regionalista parecía agotado en Cantabria, la potencia del mismo conserva intacto su vigor en el amplificador nacional.
Contrasta este brío con el apocado liderazgo de su partido en el escenario político cántabro porque hace unos días, cuando se abrió una crisis de gobierno, lejos de aprovechar la ocasión en su papel de oposición, el PRC se lanzó, con superflua precipitación, a ofrecer un acuerdo presupuestario cuando aún nadie se lo había pedido. La réplica del partido de Revilla al perplejo cese de consejero y medio se percibió como una desconcertante cortina de humo regionalista en auxilio de Buruaga, a quien le ponen en bandeja su entronización presidencial, el primer presupuesto y ahora el segundo, antes de tan siquiera comenzar la negociación.
Pero el nombre del regionalista también se evoca estos días desde otros frentes. El funcionario que presuntamente otorgaba a dedo contratos de obras públicas ha declarado ante el juez que «alguien que quería echar a Revilla del gobierno» le ha usado como «cabeza de turco», abonándose así a la teoría de la conspiración que se propagó para justificar la derrota del PRC en las urnas. Un desamor político tan radical resulta complicado de explicar, pero normalmente sus causas no responden a un único factor. A veces, incluso, no es lo que sucede sino cómo se aborda. En el 'prime time' de reacciones esperpénticas se disputan el podio de honor: cesar a un consejero e inmediatamente después hacerle un homenaje y recuperar como subordinada de sí misma a una consejera cesada veinticuatro horas antes. La falta de coherencia penaliza. Cuando se escriben guiones políticos tan extravagantes se corre el riesgo de perder audiencia.
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