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Los cuatro elementos de la legislatura son el fuego de la vivienda, asunto candente con la retórica del miedo a los okupas para justificar la ... ausencia de soluciones ante la escasa oferta y los disparatados precios. El agua, de borrajas, de la reforma fiscal que todavía no hemos percibido. El viento que ha arrastrado al fracaso el plan de autónomos –en lugar de más, tenemos 75 menos- y la tierra, epicentro de la vieja gobernanza: el urbanismo.
Primero se suavizó la Ley de Suelo para liberalizar más la construcción en suelo rústico y ahora se desvela que la ley de simplificación administrativa, que se vendió como iniciativa para reducir burocracia, da un paso más. Inconstitucional según un jurídico del Gobierno, imperfecta según CEOE, esconde en la letra pequeña una modificación de la Ley del Suelo que permitirá construir vivienda libre, incluso urbanizaciones, en suelo rústico. Siempre que éste le sea previamente expropiado a su dueño vía PSIR.
Es decir, que a cualquiera le pueden quitar la propiedad de sus terrenos para construir un polígono, por ejemplo, y ceder parte de ellos a un promotor para que edifique viviendas a precio libre. Tanto defendernos de okupas y comunistas y al final la amenaza contra la propiedad privada (solo de algunos, claro) van a ser ellos: el Gobierno de Cantabria. Al estilo Hugo Chávez, voceará ¡exprópiese! a lomos de una excavadora y sobre una propiedad privada convertida en suelo público un constructor edificará la urbanización que a usted, su legítimo propietario, no le permiten hacer. Es decir, que otro obtendrá beneficios con su terreno mientras a usted le indemnizan con una miseria, como marca la tarifa oficial.
El Gobierno se arroga el derecho a expropiar su propiedad privada para que otro particular haga negocio con ella. Queda bautizar este nuevo orden político-económico, esta categoría que promueve el interés privado de una élite frente al interés público de todos. Un ecosistema en donde la propiedad privada solo se protege dependiendo de las circunstancias y del interés de cierta élite. La simplificación administrativa efectivamente hace las cosas más fáciles, pero solo para algunos privilegiados.
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Ana del Castillo
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