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En el frenesí del año nuevo Lalachus ha dado la campanada asomada al balcón de la televisión pública y blandiendo como una hereje la estampita de la sagrada vaquilla del Grand Prix, que inexplicablemente tiene en un altar. El chiste era muy malo. Aunque la ... falta de gracia no es la razón por la que algunos quieren llevarlo a los tribunales para vengar la ofensa.
Tras elevar la vaquilla a los altares de la audiencia supimos que en Cantabria se están saqueando cementerios, que desaparecen crucifijos y ornamentos. Lo mismo estamos a un comunicado de establecer un vínculo herético entre ambas variables y predicar el apocalipsis. Cuando la reivindicación de la vaquilla podría tener otras lecturas menos perturbadoras para la policía de la moral católica. Podría haberse interpretado como exaltación de la tauromaquia, una reivindicación de la todavía llamada fiesta nacional, del consejero torero de Valencia. Una especie de oda a lo taurino que, por cierto –para perplejidad del respetable– nuestras autoridades consideran un arma contra la Cantabria vaciada. Por eso subvencionan corridas de toros en pueblos donde escasean los vecinos. Precisamente Bárcena de Pie de Concha ha organizado un encierro de vaquillas que perfectamente podría amadrinar Lalachus y quién sabe si hasta aspirar a un premio Beato de Liébana.
La reivindicación de la vaquilla quizá no tenga una lectura tan blasfema como algunos pretenden porque en los municipios en riesgo de despoblación hay una doble pérdida: de vecinos y de vacas. La enfermedad hemorrágica ha matado tres mil en los últimos dos años y el lobo ha acabado con 1.627 animales solo en la primera mitad de 2024.
No obstante entre las medidas más eficaces contra la falta de habitantes está cambiar los criterios de lo que se considera un municipio despoblado. Ahora, en Cantabria, de repente hay 14 menos que no pueden acceder a subvenciones. Basta con mover la línea roja. Como en Bezana, donde la alcaldesa con una constructora familiar se ha autoproclamado concejala de urbanismo. Quizá eso si es para poner el grito en el cielo y el listón del esperpento de la vaquilla más cerca del suelo.
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