Olula, el pueblo del majadero
La tierra dormida ·
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Admito que desconocía la existencia de un pueblo llamado Olula del Río y que está en Almería. Tiene 6.400 habitantes y allí vive un tal Mario, un ejemplar humano –dechado de idiotas– que se grabó con el teléfono móvil tirando una nevera por ... un barranco, vídeo que el insensato subió a las redes sociales y que en pocas horas se hizo viral. Tras ser cazado por el Seprona, el majadero se enfrenta a una multa de hasta 100.000 euros por un presunto delito medioambiental, pero al tiempo abrió una ventana a la curiosidad. ¿Cómo es el pueblo de este cretino? Sorprendente. Tiene un museo, Casa Ibáñez, que acoge una de las mayores colecciones de arte contemporáneo de Andalucía, con 1.500 obras firmadas, entre otros muchos, por Joaquín Sorolla, Francisco de Goya, Antonio López, Benlliure, Mateo Inurria, Benjamín Palencia, Andrés García Ibáñez, Capuleto, Madrazo, Ignacio Zuloaga… A pocos metros se yergue un centro de fotografía, el Pérez Siquier, –considerado uno de los pioneros de la vanguardia fotográfica en España– que, mediante un contrato de comodato, ha cedido la totalidad de su archivo fotográfico. Dispone Olula, además, de una espectacular y señera escultura, obra de Antonio López, un busto esculpido en mármol, de ocho metros de altura, dedicado a la mujer. Tiene también un centro de interpretación del mármol y trabaja ahora mismo en la creación de una ciudad de la cultura agrupando todos sus medios. ¡Qué envidia! Todo, en un núcleo urbano habitado por 6.400 personas y un necio –el de la nevera–. ¡Ah! y con cronista oficial.
Torrelavega, culturalmente, con 51.680 habitantes –casi nueve veces más que Olula– tiene casi nada de esto, ni un triste museo, un olvidado espacio dedicado al maestro Pisano, un centro de fotografía infravisitado y unas esculturas al aire libre de notable valor pero en absoluto promocionadas. Y, además –como le ocurría al innominado coronel de Gabo– no tiene quien le escriba. En 2011, al regionalista Pérez Noriega le pusieron el micrófono delante –o se lo puso él solo, vaya usted a saber– para pedir públicamente la redacción de un reglamento para determinar qué persona debería ocupar el simbólico cargo de cronista oficial de la ciudad, segando con el argumento una propuesta del equipo de Gobierno del PP al que poco después tumbarían con una moción de censura que elevó a la socialista Ruiz Salmón. Han pasado desde entonces ocho años –2.920 días–. Y nada. El olvido. Quizás sea porque con el paso del tiempo, las neuronas van envejeciendo y olvidan lo que en su día fue importante, aunque también podría deberse a lo aplicado por dos investigadores de la Universidad de Toronto que aseguran que ser olvidadizo es signo de personas inteligentes. Le dejo el juicio a usted, lector. El PRC zahirió aquella idea prácticamente en solitario porque Aurelio Ruiz Toca, ejerció –como solía– de buenista despistado y con cara de no enterarse de mucho, se quitó del medio, y dejó al regionalista el trabajo incómodo y poco apetecible, y es que en muchas ocasiones, hacerse el tonto –que es un arte, aunque menor– ahorra muchas batallas. El PRC patrocinaba al periodista José Ramón Saiz y el PSOE –inspirado por Quercus– al veterinario Tomás Bustamante. Ambos han demostrado luengas cualidades para fijar las historias cotidianas. Tris, ahora en mayoría, para acabar con esa orfandad. Apuesto por los dos. De momento, fiestas patronales, ibuprofeno de 400 gramos –porque lo 'dan' sin receta– que alivia dolores de esta ciudad noqueada, vacaciones para los problemas. ¡Nos volvemos a ver en septiembre!
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