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Ómicron es el nombre asignado a la nueva variante de preocupación del SARS-CoV-2. Esta variante presenta un número inusualmente grande de mutaciones, algunas de ellas desconocidas hasta ahora; y, aquí está la parte preocupante, hasta treinta y dos de estas mutaciones afectan a ... la proteína S del virus.
Esta proteína es la que se ha utilizado como diana terapéutica en las vacunas disponibles por el momento, tanto las de ARNm como las de vector viral. Una cantidad de mutaciones tan alta puede dar como resultado la pérdida de efectividad de las vacunas, aparte de otros cambios posibles en cuanto a la transmisibilidad del virus, su facilidad para ocultarse frente al sistema inmunológico y la gravedad de la infección.
Todos los indicios apuntan a que esta variante ha evolucionado en el sur de África, y las últimas noticias la sitúan ya en más de treinta países, España incluida. De momento, las autoridades sanitarias han empezado a decretar restricciones a la movilidad en gran parte del mundo.
Todavía faltan muchos datos para poder valorar el peligro real que representa esta variante. Al parecer, los casos diagnosticados hasta ahora presentaban síntomas leves, siendo la fatiga extrema el síntoma más característico. No presentaba el que era más característico de la covid hasta ahora: la pérdida del olfato y el gusto. Además, las primeras informaciones apuntan a una mayor transmisibilidad y mayor riesgo de reinfección que otras variantes conocidas.
Los fabricantes de las vacunas aprobadas en occidente, Moderna, Pfizer, Johnson & Johnson y AstraZeneca, ya están trabajando para adaptar sus productos a la variante Ómicron. Teóricamente, se trata de un proceso sencillo debido a su base biotecnológica; por ejemplo, Pfizer ha avanzado que podría desarrollar en 100 días una nueva versión efectiva contra esta variante. En cuanto a los organismos reguladores, la EMA ha adelantado que el proceso de aprobación podría durar entre tres y cuatro meses.
Mientras tanto, siguen siendo válidas las mismas medidas profilácticas que hemos venido adoptando ante el resto de las cepas: mascarillas, ventilación, distancia interpersonal e higiene de manos. El origen africano de la nueva cepa no es casual: la mitad de los países del continente no llega al 2% de población vacunada. Permitir esta situación es ofrecer al virus un extenso territorio en el que circular libremente y mutar a su antojo. Es una cuenta pendiente en el primer mundo hacer llegar las vacunas a estos países. No olvidemos que, aunque surjan cada día nuevos tratamientos, la única manera de erradicar una enfermedad es por medio de la vacunación.
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