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Los políticos, demógrafos, economistas... coinciden en la necesidad de que España, y Cantabria de forma acuciante, inicien el proceso que devuelva habitantes a las zonas ... despobladas y que se rejuvenezca la media de edad de la población. Una buena parte de nuestra región registra una densidad de población por debajo de cualquier cifra asumible y el envejecimiento es lento pero imparable. La tasa de reposición (diferencia entre fallecidos y nacidos) resulta alarmante y las medidas que se han adoptado para estimular la maternidad han resultado completamente insuficientes. Cantabria afronta un doble problema: repoblar municipios que son casi un desierto demográfico e inyectar matrimonios jóvenes que construyan aquí su presente y su futuro.
En nuestra región las zonas despobladas están bien identificadas: Valderredible, el alto Nansa y, en general, los pueblos ubicados en la zona montañosa alejada de la costa. Hasta ahora, las actuaciones para revertir la emigración de los habitantes rurales hacia las ciudades no ha sido efectiva y por ello la situación de desequilibrio territorial se ha agravado. La invasión de Ucrania por el ejército ruso provoca una oleada de personas que buscan una nueva vida fuera de su país, en una huida ante la ocupación por Rusia de sus pueblos y ciudades. Europa ha decidido acoger a estos cientos de miles de ucranianos que llegan a todos los países y, como es lógico, también a España.
La Cantabria vacía puede ser un excelente refugio y la esperanza de una nueva vida para muchas de esas personas que han tenido que abandonar sus casas y sus tierras. Una parte sustancial de la población de Ucrania ha vivido en un entorno rural. Esa frase hecha de que Ucrania es el granero de Europa es tan manida como cierta. Esta circunstancia ofrece una oportunidad excepcional para acoger a una parte de esos cientos de miles de refugiados en la España rural y Cantabria puede presentar credenciales ciertas para que esas personas, que huyen de la guerra, encuentren un presente digno y un futuro prometedor.
Uno de los obstáculos con que se encuentra la ansiada repoblación de los lugares en constante caída de su población es que una buena parte de las personas que llegan a España, desde diferentes países, han vivido en un entorno urbano y carecen de las habilidades precisas para adaptarse a las tareas agrícolas y ganaderas. Entre los refugiados ucranianos, una buena parte posee la experiencia del trabajo agrícola y tiene más fácil integrarse en zonas rurales que urbanas.
Es necesario tener en cuenta que muchos de lo que llegan estos días a Cantabria regresarán a sus pueblos y ciudades cuando termine esta guerra y su país recobre la normalidad. Otros intentarán quedarse en España y rehacer su vida. Para lo primeros siempre será mejor que el tiempo que deban permanecer lejos de su país lo vivan en un lugar semejante a su paisaje y trabajo habitual, que no en otro más hostil. Desde luego, es prioritario evitar la formación de esos asentamientos provisionales que degradan la calidad de vida de los refugiados y bajan la autoestima de quienes deben afrontar el momento más difícil de sus vidas.
Con estos elementos Cantabria no debe dejar pasar esta oportunidad de repoblar las zonas más vacías de la región. Naturalmente que se precisarán ayudas para que sea posible asentar con dignidad a quienes llegan en busca de paz y seguridad. El gobierno regional debe activar un plan de ayudas para que, en colaboración con los municipios, se puedan habitar los edificios vacíos en entornos rurales y prestar soporte a quienes inicien su vida en Cantabria para superar los primeros meses de estancia en su nueva ubicación.
Existen ya en España algunas asociaciones altruistas que trabajan para facilitar esta integración de personas en el entorno rural. Son organizaciones no gubernamentales que poseen experiencia en esa tarea de adecuar viviendas abandonadas y en facilitar terrenos para explotaciones agrícolas. Algunas ya han demostrado su utilidad con la integración de personas llegadas de diferentes naciones.
Ante una situación de emergencia se deben adoptar medidas excepcionales. Es necesario que los alcaldes de los municipios con despoblación severa se pongan manos a la obra y, con la colaboración del gobierno regional y con otros organismos que tienen como objetivo la ayuda a refugiados, ofrecer a los ucranianos que huyen del horror de la guerra la oportunidad de rehacer sus vidas con dignidad y de esa manera contribuir a repoblar territorios que, en otras épocas, fueron fértiles y pujantes.
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