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Desde hace años, España sufre un grave problema de temporalidad en el sistema de las relaciones laborales. Somos el país de la Unión Europea con más contratos temporales en detrimento de los indefinidos. El grado de temporalidad del empleo en España es del 24, ... 2%. O, dicho de otro modo, una de cada cuatro personas asalariadas tiene un contrato eventual. Cantabria registra unos índices ligeramente mejores a los de la media nacional, si bien no es ajena a esta rémora que afecta por igual al conjunto del país.
Para que se hagan una idea, según datos de Eurostat, la media de la zona euro está en el 14,2%, es decir, es diez puntos inferior a la española. No hay duda de que una de las grandes lacras que arrastra nuestro mercado laboral es el abuso de la contratación temporal.
Algunos datos más a nivel regional que así lo corroboran: en 2020, se comunicaron al Servicio Cántabro de Empleo un total de 185.883 contratos de trabajo, de los cuales tan solo 13.663 fueron indefinidos frente a los 172.220 temporales. Esta pobre relación de contratos indefinidos no puede atribuirse a la pandemia, pues los registros de 2019 fueron muy similares: 261.009 contratos de trabajo comunicados, 16.432 indefinidos y 244.577 temporales.
De este modo, la contratación indefinida no llega ni siquiera a representar el 10% sobre la contratación anual total. Es una tendencia que se mantiene durante los últimos años, un problema enquistado especialmente desde la Reforma Laboral aprobada por el Gobierno del PP.
Es imprescindible que el actual Gobierno de España apruebe una reforma de calado y limite las posibilidades para contratar de manera temporal que existen a día de hoy. También que aumente las penalizaciones de los contratos muy cortos. Porque, no es solo que el contrato temporal es más inestable y que en muchos casos ni siquiera está justificado, es que cada vez es más precario, con un auge de los contratos ultracortos (inferiores a 7 días).
La temporalidad tiene que seguir existiendo, pero se debe reforzar la causalidad de los contratos, el motivo que justifica que sea temporal y no fijo.
No puede ser que la temporalidad se utilice continuamente como un método de inserción de nuevo personal o de rotación de empleados, que desarrollan en realidad la actividad estructural y permanente de las empresas. Incluso durante años. Es responsabilidad de todos acabar con la cultura de la temporalidad.
Mientras llega esa reforma desde el Gobierno de España, como estoy convencida, desde el Gobierno de Cantabria tampoco podemos permanecer de brazos cruzados. Hemos superado ya los niveles de empleo previos al estallido de la crisis del coronavirus; hoy hay más personas trabajando que cuando comenzó la pandemia, pero tenemos que actuar desde la convicción de que la recuperación de la economía y el empleo no puede basarse en un crecimiento meramente cuantitativo de las contrataciones.
Por eso, desde la Consejería de Empleo y Políticas Sociales hemos puesto en marcha nuevos incentivos para estimular la contratación indefinida, incrementando la cuantía de las ayudas y adecuando los requisitos al actual contexto de pandemia. Ponemos a disposición de las empresas de Cantabria más de 4 millones de euros para subvencionar nuevos contratos indefinidos o bien para transformar los temporales, con la condición de que se mantengan vigentes durante un mínimo de un año. Por formalizar un contrato indefinido, una empresa puede recibir del Gobierno de Cantabria hasta 11.000 euros de subvención.
El desempleo juvenil es otro de los grandes males de nuestro mercado laboral. Como consejera de Empleo, un objetivo estratégico es garantizar a los jóvenes el acceso a su primer empleo para que adquieran experiencia e incrementen sus posibilidades a la hora de optar a un puesto de trabajo. Para ello, desde el EMCAN hemos puesto en marcha en esta legislatura dos nuevos programas que se suman al que ya estaba funcionando, y al que se sumará próximamente otro dirigido específicamente a investigadores. En este año, más de 250 jóvenes habrán obtenido un contrato laboral gracias a las políticas del Servicio Cántabro de Empleo.
Pero también acabamos de aprobar nuevos incentivos a la contratación juvenil de los que se pueden beneficiar el tejido empresarial. Ponemos a disposición de las empresas otros 3 millones de euros en subvenciones que pueden superar los 18.000 euros por un contrato en prácticas de 2 años. Nunca antes había habido en Cantabria unas ayudas tan cuantiosas para fomentar la contratación de jóvenes menores de 30 años. Los jóvenes, los desempleados mayores de 45 años y de larga duración y las mujeres son totalmente prioritarios para nosotros.
Animo a todas las empresas de Cantabria a aprovechar esta oportunidad. Estoy totalmente convencida de que, si optan por estas ayudas, por la contratación indefinida y por nuestros jóvenes, van a ver lograr resultados muy satisfactorios.
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