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Hace pocos lustros, la RFG (difícil abreviatura) era considerada la cuarta orquesta de España. Ahora disputa el trono a las dos orquestas madrileñas y a la tercera de Barcelona que la precedían. Y lo hace con calidad interpretativa, programas con propuestas interesantes y solistas de ... calidad. Su presentación en Santander con un programa de compositores americanos del siglo XX y el solista de trompetas Pacho Flores (San Cristóbal, Venezuela, 1981) fue una larga hora de alegrías.
Su director actual titular y artístico, Paul Daniel (Birminghan, 1958), sorprende por su energía en escena y la compenetración con sus músicos después de ocho años de convivencia. Músicos de diecisiete nacionalidades que tienen al castellano como idioma común y a los que el patronazgo del Xacobeo 21-22 les va a imponer una agenda intensa. Intensidad que se disfrutó desde el primer compás de las tres danzas de On the town (1944), el primer musical de Leonard Bernstein (1918-1990), en ritmos exigidos de cuerdas y vientos. Salió airosa la orquesta de un vendaval de sonidos conocidos (en España, años más tarde se titularía el musical como 'Un día en Nueva York'). Grandes aplausos. Luego, tras un expectante momento de espera, surge del lateral del escenario Pacho Flores con ¡4 trompetas 4! en sus manos. Situado convenientemente, anuncia lo que va a ser para él la noche y lo que va a hacer, jocoso, a la salida: 'En un puestito las vendo'. Sonó después el 'Concierto de Otoño para trompeta' (2018) del mexicano Arturo Márquez (Sonora, 1950), el compositor hispano actual más interpretado, conocido por sus danzones y cantatas. Pacho se sumergió en una música pensada para él, con tres movimientos muy modernos -Son de luz, Balada de floripondios y Conga de flores- que interpretó con una pasión generalizada. Bravos y agradecimientos de palabra que anunciaron con su voz latina quién venía después: Astor Piazzolla y su breve tango 'Revirado' (alocado). Tocado con una trompeta Titán ( el portaaviones' para Pacho), el tango resultó un regalo delicado al que siguió -después de interminables entradas y salidas- el primer bis: 'Otoño porteño' (1969). La orquesta ya se dedicaba casi solamente a arropar los sones de un artista en trance. Gracias, Pacho. Quedaban cuatro danzas del argentino Alberto Ginastera (1916-1983) que necesitaron de siete percusionistas para su interpretación. Más energía y ritmos que saltaban de un suave amanecer o un triste pampeano al explosivo malambo final, que cerró con un gong una lograda noche de músicas y músicos felices. Una orquesta alegre para una noche donde un trompetista venezolano demostró calidades únicas. Que vuelvan pronto.
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