Secciones
Servicios
Destacamos
«Dejar hacer, dejar pasar» es uno de esos libérrimos eslóganes que siguen causando estragos desde que en el siglo XVIII inspiró aquel capitalismo salvaje con el que algunos pretendieron superar al Antiguo Régimen mediante la supresión sin límites de unos vínculos -más o menos ... pactados, más o menos racionales ante la nueva oportunidad de progreso histórico que se abría- que podrían haber mejorado, sin duda, las relaciones entre las personas y entre las comunidades humanas y el medio ambiente. Pues bien, esos objetivos de la desregulación generalizada utilizan el Parque Natural de Oyambre como nuevo campo de experimentación donde intensificar el desprecio a cualquier intento de ordenar esas relaciones imprescindibles para la concordia social y ambiental que, en teoría -tan en teoría como negadas en la práctica durante varias décadas- habían empezado a establecerse desde que se creara el espacio protegido en 1989 y, supuestamente, se profundizara en su normativa a lo largo de estos últimos treinta años.
Normativa ignorada -como ignoradas han sido las preguntas realizadas por el representante en el Patronato de las organizaciones ecologistas- en capítulos tan fundamentales como los relativos a las directrices para las actividades agrarias, ganaderas y análogas, las forestales, las de pesca marítima y marisqueo, las industriales, las obras e infraestructuras públicas y privadas, la planificación territorial y urbanística, la de residuos con su tratamiento y valorización, las actividades turísticas y recreativas, las cinegéticas y piscícolas continentales, el patrimonio cultural, las actividades de conservación y repercusión de la biodiversidad, las científicas en el espacio protegido...
También se han ignorado los instrumentos de gestión del Plan de Ordenación sobre planificación y actuaciones, que no han tenido su reflejo obligado en un Plan Rector de Uso y Gestión, en un Plan de Desarrollo Sostenible, en los Planes Técnicos Sectoriales, de Restauración e Integración Ambiental y Paisajística, de Fomento de Buenas Prácticas en el Sector Primario, uso sostenible del agua y del suelo, con la fitodepuración en viviendas e instalaciones, recuperación de setos y cierres tradicionales, prevención y control de daños de la fauna silvestre, aprovechamientos forestales en masas productivas, reforestaciones con especies autóctonas, tratamientos preventivos de incendios forestales, aprovechamiento de los recursos de los estuarios, instalaciones de acuicultura.... O el Fomento de Buenas Prácticas en las Actividades Turísticas, o en los proyectos de Regeneración Ambiental (y no nos hemos inventado nada de lo anterior que no esté en el BOC y las disposiciones publicadas por el Gobierno de Cantabria), que siguen, además, sin la financiación necesaria o externalizados.
Todas ellas son iniciativas sin publicidad ni igualdad de oportunidades, despreciando la rentabilidad social y el reparto de la autogestión más eficaces.
Y han servido para seguir disfrutando del hacinamiento, saturación y degradación de un espacio que ha vuelto este verano a padecer los aparcamientos caóticos, diurnos y nocturnos, en caminos, cunetas, prados y núcleos urbanos, accesos a playas y acantilados..., de toda clase de vehículos ajenos al parque móvil local e intercalados con botellones, depósitos de basuras y vertidos de todas clases, arranque directo de algas o invasiones de surfistas en perjuicio de los bañistas o los paseantes tradicionales, que han renunciado a los desplazamientos motorizados y no contribuyen a los impactos ambientales y sobre el paisaje de las multitudinarias concentraciones en torno a Rioturbio, La Rabia, El Tejo, Gerra, el Monte Corona, Caviedes, Sejo, Lamadrid, Losvia, el Monte Saria, El Barcenal, La Argolla, Las Calzadas, Abaño, La Acebosa, Hortigal, Estrada, Serdio, los ríos, arroyos, canales, cabeceras, zonas húmedas -Lumbreras, Ensenada, Turbio, Richurichas, La Rabia, Capitán, Zapedo, Los Llaos, Bederna, Concejo, Merón, Rubín, El Escudo, Gandarilla, Pombo....-, la franja norte de Boria-Santillán y Prellezo.
Son núcleos y lugares particularmente valiosos y frágiles que deberían constituir un perímetro añadido de especial protección a modo de preparque y corredor ecológico, que garantizara la calidad y continuidad de la franja costera con las estribaciones de las sierras litorales y sus cuencas hidrográficas, sin necesidad de recurrir a esta borrachera toponímica para orientarse mínimamente, en la aspiración a 'proteger el espacio' y no a la compartimentación aislada de 'espacios protegidos', que acaba convirtiendo en romerías masivas y estruendosas a parques y reservas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.