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Mientras en Occidente seguimos preocupados por la inflación, China el pasado miércoles, tuvo una caída de precios del 0,3%. La prensa económica enseguida empleó la palabra deflación. Más aún algunos analistas occidentales hicieron fiesta ante los efectos positivos de una posible deflación en China. ... La primera cuestión a comentar es que deflación es una caída persistente y generalizada en los precios y de momento solo se tiene un dato de caída de precios. Algunos analistas comentan apresuradamente el efecto positivo de la bajada de los precios de las importaciones de China ya que esto contribuirá a la caída de la inflación occidental. Sin embargo, los países exportadores occidentales, en particular aquellos que dependen en gran medida de las exportaciones a China, con deflación en este país podrían enfrentarse una desaceleración en sus propias economías al contar con una menor demanda. También algunos analistas comentan que dado que China posee parte de la deuda pública y activos financieros de muchos países occidentales, los pagos por la deuda y los activos financieros se verán relativamente aumentados con deflación y atraerán inversión china. Sin embargo, el sistema financiero mundial es más complejo. Una disminución en los precios de los activos financieros chinos podría erosionar el valor de las inversiones tanto chinas como internacionales. Esto podría afectar a los inversores y a las instituciones financieras, lo que a su vez podría llevar a una menor disponibilidad de crédito y a una mayor aversión al riesgo en los mercados financieros internacionales.
Ante esta perspectiva, los responsables de la política económica en todo el mundo deberían estar preparados para responder a los posibles efectos de una deflación en China, si es que finalmente la bajada de precios se hace persistente y es posible hablar de deflación. La coordinación internacional y la cooperación entre las naciones podrían ser esenciales para mitigar los impactos negativos. Además, las economías occidentales deberían considerar políticas monetarias flexibles y estímulos fiscales para contrarrestar cualquier impacto adverso.
En definitiva, la deflación en China podría tener más implicaciones negativas que positivas para la economía global. Los efectos en la demanda, los precios de los productos básicos y el sistema financiero podrían afectar a muchas naciones en todo el mundo.
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