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Los actuales planes de despido y jubilaciones anticipadas de grandes empresas de la banca, la telefonía, la energía y la industria, ponen de manifiesto la transformación del mercado de trabajo. Ello invita a reflexionar sobre el futuro del trabajo. Existen al menos dos visiones opuestas ... respecto al futuro del trabajo.
La primera es una visión distópica que predice la inexorable desaparición absoluta del trabajo por la dominación tecnológica con robots y ciborgs en la triunfante cuarta revolución industrial. El dominio de la máquina sobre el humano. Esta visión distópica es preocupante, aunque considero que afortunadamente la sustitución masiva de trabajos llevará tiempo y generará nuevas oportunidades. Además, creo que ciertas profesiones, como presidentes, ministros, consejeros, empresarios, directivos, jueces y profesores, deberán de permanecer en manos humanas.
Por otro lado, la segunda visión es la utópica que confía ir trasladando las decisiones racionales a los robots frente a la toma de decisiones humanas más arbitrarias y basadas en preferencias sociales cambiantes. Sobre esta segunda visión utópica me muestro escéptico. Sugerir una planificación social automatizada como base del desarrollo armonioso para la toma de decisiones públicas, es siempre renunciar a la libertad individual. Por mucho que se argumente que es con el objetivo de construir un supuesto mundo mejor, cumpliendo aspiraciones de justicia e igualdad.
En este debate, la sociedad deberá equilibrar la adopción de tecnologías emergentes con la preservación de roles esenciales para el tejido social. El futuro del trabajo depende de cómo gestionemos esta transición entre avances tecnológicos y la preservación de lo humano.
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