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Mi padre fue un madridista de estricta observancia. A mis cuarenta y pico, e inmerso en esta época de militancias hiperbólicas, yo aún no he conocido a nadie futbolísticamente tan posibilitado para regocijarse en las vacas gordas y dolerse en las catástrofes. Cuando el Madrid ... no estaba de por medio, mi padre era, sin embargo, un espectador lúcido. Conocía el deporte y medía justamente a jugadores, técnicos y directivos. Uno de sus más admirados personajes fue, irónicamente, Johan Cruyff, estandarte del Barça y, quizás, su placer culpable. «Con Cruyff –me decía–, todos los equipos del club jugaban con un mismo estilo. Venía el B para enfrentarse al Racing e implementaba el mismo sistema». Ya saben, el espíritu de La Masía.

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eldiariomontanes Grecia en 2004