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La voz de Lennon irrumpe como Lázaro, el de Betania, con el color de la muerte interrumpida. Parece un mensaje del otro lado, revestido con la sensibilidad de la banda más grande. La canción, 'Now and Then', no será una obra maestra, pero The Beatles ... conservan el tono que los hace reconocibles a pesar de las modas, las generaciones y los compromisos de inevitable caducidad. Cuando adolescentes, ya nos separaban tres decenios de su breve pero contundente reinado. Hoy, algunos de sus discos tienen más de sesenta años. Los ordenadores devuelven, temporalmente, la juventud a los de Liverpool y los hace brillar en una época en absoluto propicia para este tipo de propuestas musicales y estas letras sin mujeres que no lloran, pero facturan. The Beatles siguen arriba en el escalafón del reconocimiento público; algo digno de admirar, con mayor motivo si tenemos en cuenta que dos de sus cuatro miembros ya están muertos.
Esta, dicen, será la última vez. No habrá, en efecto, muchas más oportunidades. La biología es implacable y, aunque Paul y Ringo parecen disfrutar de una tercera edad operativa y vivaracha, no queda apenas material inédito. Esta canción final –que nace de una maqueta de Lennon– no pudo entrar en 'The Beatles Anthology' (1995) porque la tecnología de aquel tiempo no permitía aislar la voz del compositor asesinado manteniendo la calidad del sonido.
En la actualidad –una era titánica, como diría Jünger–, el cielo es el límite en cuestión de inventos y no es de extrañar que ya avistemos un escenario en el que realidad y ficción serán, a partir de ahora, conceptos casi imposibles de distinguir. Las voces de los muertos se mezclan con otras artificialmente creadas y las imágenes marcan los tiempos del relato aún con mayor precisión, dirigiendo voluntades y estableciendo valores morales sobre el engaño.
«De vez en cuando, te echo de menos/ Oh, de vez en cuando/ Quiero que estés ahí para mí», dice la letra de 'Now and Then'. Nada deslumbrante, pero es lógico que, tratándose de The Beatles, su despedida suene a nostalgia por lo que va hundiéndose –una forma de ver el mundo y de crear–. Y es posible que se trate también de una invocación; de un deseo de recuperar lo irrecuperable y de negar los poderes del tiempo y de la historia. Todo puede suceder aquí y ahora, como en un capítulo de 'Black Mirror', y ya creemos que ninguna pérdida pesa porque todo puede ser traído de vuelta, encajando en nuestros sueños más impertinentes y equivocados. Y es que sí importa el pedazo de tiempo que habitamos, como sí importan los muertos y su ausencia.
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