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Uno. El lector avisado no precisa de advertencia acerca del personaje histórico/mítico que la posteridad ha dado en llamar Sísifo -¿padre de Ulises/Odiseo, y no Laertes?-. La historia/mito es conocida: Sísifo, venganza del orgulloso/desairado Zeus mediante, condenado ad aeternum a ... subir hasta la cima de un monte una enorme piedra, que, una vez culminado el objetivo, se despeña [montaña abajo, claro], con el consiguiente esfuerzo de proceder a un nuevo porteo... y así, una y otra vez, indefinidamente. Una historia/mito que, no en balde, ha sido entendido como alegoría, como metáfora de la inutilidad del esfuerzo humano.
Dos. ¿Fueron así las cosas en la realidad mítica? Las fuentes presentan diversos motivos de la condena de Sísifo [su condición de chivato, al haber revelado al dios fluvial Ascopo que Zeus fue el raptor de su hija Egina; su natural de impío; su índole de bandolero y asesino de viajeros]. Decidido a castigar al chivato/impío/bandolero, Zeus [o, tal vez, Hades] mandó a Tánatos a que lo apresara, pero el taimado Sísifo le puso grilletes a la muerte; su osadía encontró respuesta en Ares, quien pusiera a aquél bajo su custodia en el inframundo. Mas, añagaza o ardid mediante, Sísifo convenció a Hades [o Perséfone] para que le permitiera volver a la tierra y, así, castigar a su esposa, quien, aleccionada por su marido antes de partir al inframundo, no había ofrecido el debido sacrificio a los muertos. La promesa de retornar al inframundo, naturalmente, cayó en saco roto y, de esta manera, Sísifo disfrutó de algunos años más en Corinto, ciudad que él fundara, donde acabó sus días, ya anciano, de muerte natural.
Si el hijo de Sísifo/Laertes, es decir, Ulises u Odiseo, es conocido como el astuto [muestras: el 'caballo de Troya' de la Ilíada y, sobre todo, la riolada de 'trabajos y andanzas' de la Odisea], puede con razón afirmarse que, para astuto y osado y temerario... Sísifo.
Tres. Con estos antecedentes y consecuentes, ¿seguro que Sísifo cargó hasta la cima del monte con la piedra señalada por Zeus? Lo más probable es que, de nuevo, engañara al dios de los dioses y, en lugar de aquella, porteara un simulacro bastante más liviano... hasta agotar la paciencia de Zeus, complacido y ahíto de venganza. A fin de cuentas, Zeus y Sísifo desempeñaron, cada cual, su papel místico, sin desdoro alguno de sus respectivas gracias y destrezas. El mito es apariencia de realidad, representación de lo real o, al menos, de lo verosímil. Y a la apariencia, a la representación no cabe exigir que sean mero remedo de lo real, tan prosaico y desalentador que sólo el mito puede insuflarle sangre, espíritu, vida.
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