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El país de extremos desiguales

El chantaje nacionalista acabará cuando los estadistas sean más que los golfantes, o sea, nunca

Viernes, 3 de diciembre 2021, 07:22

Los extremos no son buenos y tienen mala prensa, salvo cuando Paco Gento, 'la Galerna del Cantábrico', volaba por la banda izquierda del Real Madrid ... y de la selección española, y Mané Garrincha, 'la Alegría del Pueblo', sorteaba defensas por el lado derecho del ataque del Botafogo y de Brasil. En los tiempos del 'jogo bonito', el régimen de Franco alcanzó uno de sus mayores éxitos deportivos con el triunfo de España sobre la Unión Soviética de Lev Yashin en una final europea. En esa época de los años sesenta y setenta los extremos estaban en su sitio. El que era zurdo ocupaba la izquierda y el diestro la derecha, y no como ahora, que se les sitúa 'a pie cambiado', una definición inexacta. El extremo en el deporte es esencial y muy valorado, pero en política se asocia a la radicalidad y no está bien visto por aquellos que invocan falsamente la moderación y un centrismo etéreo.

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