Paliar el sufrimiento psíquico
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EDITORIAL ·
Entre las consecuencias del covid en la salud pública se constata un preocupante incremento de los intentos de suicidio, que un ágil Plan de Salud Mental para Cantabria debería poder atajarLos efectos negativos de una pandemia como la de covid-19 trascienden a la propia infección, como virus causante de serias complicaciones e incluso capaz de convertirse en problema crónico para algunos pacientes. No se trata solo del impacto secundario sobre el sistema de salud ( ... desorganización de la atención primaria y especializada, aplazamiento de diagnósticos y tratamientos, saturación de los profesionales, incremento de costes de autoprotección, problemas emocionales por la limitación de contactos), o sobre el sistema económico (una recesión de dos dígitos de la que se ha venido saliendo de manera una tanto caótica e inflacionaria), sino de los efectos de un cambio radical en la convivencia en el hogar, la escuela y el trabajo durante los largos meses de restricciones.
De 49 ingresos en las urgencias cántabras por intentos de suicidio en 2019 se pasó a casi el doble, 82, en 2021, y este año se sigue detectando un incremento en este fenómeno, que prevé triplicarse. Esto significa que está adquiriendo más relevancia como problema de salud pública y que el covid-19, además de seguir atacando con sus repuntes más o menos extensos, podría haber causado daños estructurales psicopatológicos, que es preciso afrontar. Así el Plan de Salud Mental de Cantabria aspira a un importante refuerzo de esta vertiente sanitaria, con la contratación futura de 21 psicólogos clínicos en Atención Primaria. Asimismo, Valdecilla mantiene un programa, el CARS, de monitorización y prevención de conductas potencialmente suicidas. Existen además dispositivos privados, de organizaciones sin ánimo de lucro, que pueden colaborar con la red pública.
Curiosamente, las patologías que más estrechamente vinculadas se hallan con la diferencia específicamente humana dentro de la vida (la mente compleja y su imbricación con la base emocional y la manera simbólica, lingüística y cultural de gestionar la existencia en sociedad) son muchas veces las más desatendidas. Todos los sistemas del cuerpo humano reciben más atención y son en general mejor conocidos y seguidos que la psique. En parte de debe a la deuda aún pendiente de conocimiento sobre el cerebro, pero en otra parte obedece a las presiones que las circunstancias de la realidad contemporánea, con sus expectativas y limitaciones, ejercen sobre las personas. Últimamente, además, dichos contenidos de valor vital se han visto exacerbados por la interacción electrónica en las redes sociales, donde la degradación de los mensajes constituye una parte relevante del flujo de información. Tecnologías que, asimismo, producen nuevas adicciones destinadas a examen psiquiátrico. No hay que olvidar tampoco que cierta permisividad social con algunas drogas produce un deterioro cognitivo y emotivo de los adictos, que acaba desestructurando sus vidas.
El coronavirus, al forzar la desconexión presencial, romper círculos de sociabilidad y transformarlos en interacción digital, ha agudizado problemas que ya antes posiblemente estaban latentes en la sociedad. Indudablemente, la mayoría de los intentos de suicidio son el resultado del estado de sufrimiento previo del paciente, que con tal acción autodestructiva trata de imponer un remedio radical. La realidad es que en la inmensa mayoría de los casos, sin embargo, la medicina, los profesionales y los dispositivos de apoyo pueden prestar una ayuda decisiva para que la persona supere dicho sufrimiento y logre de nuevo horizontes vitales. Son los profesionales quienes han de determinar los perfiles de riesgo que esta elevación de casos manifiesta, y con ello sugerir líneas de acción públicas y privadas. El asunto es tan serio, que se debería actuar con agilidad, sin alarmismo, y con toda conciencia de responsabilidad. Además de las de los directamente afectados, el suicidio afecta también de modo duradero a las vidas de todo el entorno familiar. La magnitud de problema debe valorarse.
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