La pálida huella de Pérez Galdós en Santander
Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 15 de marzo 2020, 08:38
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Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 15 de marzo 2020, 08:38
La figura y, sobre todo, la obra de Benito Pérez Galdós se analiza, revisa y estudia de manera singular este año, por la efeméride del ... centenario de la muerte el escritor. Santander, junto con Madrid y Canarias, forman el eje esencial para seguir el ciclo vital de un escritor excepcional, que ha sabido trasladar a millones de españoles la historia de España en el siglo XIX, un momento esencial para comprender la España posterior. El novelista tuvo escasa vinculación con su tierra natal, ya que salió de la isla hacia Madrid en su primera juventud y apenas si regresó a Las Palmas en contadas ocasiones. La geografía de Galdós la conforman esencialmente Madrid y Santander.
La huella de con Benito en la capital de Cantabria es profunda, pero ha quedado empalidecida por ese defecto tan santanderino de conservar lo que frena el progreso y demoler lo que podría se herramienta útil para el avance de la sociedad. José Ramón Saiz Viadero, un estudioso de la relación del novelista canario con Santander, dice que Santander es una ciudad conservadora, que no sabe conservar. En el caso de Pérez Galdós esta sentencia tiene vigencia, porque no se supo mantener en pie la casa que don Benito se construyó, en los aledaños de la península de La Magdalena, y que contenía un inmenso tesoro: manuscritos, cartas, objetos, cuadros y una verdadera memoria vida de las largas estancias veraniegas de Galdós en Santander.
Benito Madariaga, el gran estudioso de la obra de Galdós y de su relación con Santander, dejó escrita esta descripción de la finca San Quintín: «Todavía hay personas que preguntan por San Quintín, la casa del autor de Los Episodios Nacionales donde veraneó y pasó grandes temporadas. Era la casa de una 'gloria nacional', el escritor amigo de Pereda y de Menéndez Pelayo. En su interior, decorado con el mayor gusto, se conservaban cuadros de sus amigos, epistolarios, fotografías dedicadas, la biblioteca, los manuscritos de sus obras, sus recuerdos personales, etc».
«La casa la empezó a construir, tras haber comprado el terreno al marqués de Robrero, en lo que hoy es la calle que lleva su nombre. Tenía un pequeño jardín donde el escritor descansaba, contemplaba la bahía y recibía a sus amigos. Se inauguró oficialmente en 1893, el año de la explosión del Cabo Machichaco».
«Lo cierto es que en 1931 el alcalde López Dóriga constituyó un Patronato para adquirir San Quintín pero las instituciones no tenían dinero, sino buenos propósitos». Madariaga sigue relatando como se perdió la casa de Galdós: «El Ministerio de Instrucción Pública aceptó el acuerdo de la familia de Galdós, pero éste quedó olvidado al inicio de la Guerra Civil y no se concretó el proyecto. A continuación, Galdós y 'San Quintín' dejaron de interesar al nuevo gobierno y, ya cansada la familia, la finca y la casa se vendieron a un particular; pero no el mobiliario, los libros y manuscritos de Galdós que se dispersaron en una buena parte. El resto pasó al Cabildo Insular de Gran Canaria, donde afortunadamente el 20 de mayo de 1964 se inauguraba, no sin dificultades, la Casa Museo de Pérez Galdós en su ciudad natal». De esta forma la huella del autor de 'Los episodios nacionales' y de novelas ambientadas en Santander, quedó casi borrada. Galdós fue una persona con un pensamiento de izquierdas, republicano y lo que hoy podría considerarse progresista. Sus encontronazos con la Iglesia y con la derecha de la época fueron constantes. Curiosamente, una vez instaurada en España la democracia Galdós no ha gozado de una especial protección por parte de la izquierda. Para los intelectuales de la Transición la figura del autor canario no era suficientemente «moderna» y además su permanente y firme defensa de España y su historia, el homenaje en sus obras a valores como el patriotismo, la honradez y la conservación de las tradiciones, no encajaron con la moda del momento.
En diferentes momentos hubo intentos de conservar San Quintín, incluso el periodista José del Río Sáinz, Pick, promovió, en dos ocasiones, un proyecto para que con fondos públicos y aportaciones particulares se adquiriera el chalet, con todo su contenido, y se abriera al público como un museo en honor de don Benito. La iniciativa no cuajó.
Pérez Galdós tiene un paseo, espléndido, dedicado a su figura. Un acto de justicia, máxime cuando allí tuvo su casa. Es una pena que no exista una placa que indique el lugar en el que residió tanto tiempo. Desde el Ayuntamiento de Santander se trabaja en reparar esas carencias. Por ejemplo se indicará a los responsables del autobús turístico que recorre la ciudad, que es preciso que mencionen, como se merece, el lugar donde estuvo San Quintín, cuando el autobús circula frente al lugar. Ahora, en el centenario de la muerte del gran escritor español, Santander y Cantabria deben volcarse en la exaltación de Pérez Galdós, y de manera especial fomentar la lectura de sus obras. El Ayuntamiento santanderino ya ha comenzado a desarrollar conferencias, mesas redondas y parece que pronto promoverá otras iniciativas. En el Parlamento de Cantabria se debatirá, mañana lunes, una propuesta para que el Gobierno de Cantabria también se involucre en el desarrollo de iniciativas, que sirvan para conocer bien a un escritor excepcional. Un hombre que quizás hoy, con unos criterios morales más avanzados y diferentes, no pasaría –como tantos otros– el gálibo del feminismo, pero a quien debemos juzgar por su obra y también en el contexto de su tiempo.
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